viernes, 19 de marzo de 2021

Conclusiones.

 

CONCLUSIONES

 

            La postura de Goethe ante el problema del conocimiento lo ubica, por un lado, en un rechazo a toda forma de dogmatismo; y por otro, en un reconocimiento natural del escepticismo como la manera más precavida de abordar el conocimiento.

            En relación con este aspecto, hemos demostrado que Wagner representa el dogmatismo a nivel del saber positivo, mientras que Margarita lo hace en el orden del conocimiento vulgar.  Ambas formas son combatidas por Fausto; con la ironía ante su discípulo, y con una conciliadora actitud explicativa ante la amada.  En cuanto al escepticismo, Fausto no representa una modalidad radical del mismo, sino que resulta atemperado por la alegría de vivir que caracterizó en todo momento a su autor, así como por el deseo de búsqueda que suple constantemente sus reiterados fracasos.

            La magia constituye también una forma de conocimiento, gracias a la cual el hombre puede entrar en contacto directo con la esencia del problema en que se ocupe.  Sin embargo, los medios con los que cuenta para retener el mensaje de la magia son insuficientes, razón por la que se ve obligado a abandonar este terreno.  En el apartado correspondiente, hemos explicado ya que la palabra lo aproxima a la magia, mas no lo habilita para hacer suyo el espectáculo de la naturaleza.

            El valor de la experiencia en Goethe es fundamental.   En este sentido su forma de conocimiento es a posteriori, con lo cual queda documentado que la vida de Fausto se caracteriza por una permanente experimentación que lo conduce, de fracaso en fracaso, a concluir la inutilidad de la existencia y a entregarse a Mefistófeles para conseguir el acceso al instante fugaz que pudiera llegar a ser eterno.

            Inclusive, en el entorno de la tragedia de Margarita, observamos una forma nueva de experiencia, la de carácter estrictamente humano, que, de acuerdo con lo analizado, termina con la destrucción del universo de la joven.

            La problemática metafísica conduce al autor a proporcionar una explicación de Dios caracterizada por una influencia spinozista, la cual encontramos expresada en el primer monólogo, cuando Fausto comprende que se ha perdido por causa de su alejamiento de la naturaleza, esto es, su separación de Dios.

            En el planteamiento del problema religioso, el protagonista fundamenta su conceptualización panteísta en manifiesta oposición con la visión católica tradicional defendida por Margarita.

            Goethe, desde el Sturm und Drang, se transforma en uno de los iniciadores del movimiento romántico que había de extenderse por toda Europa.  Ofrece los planteamientos básicos de esta tendencia, así como la temática de la nueva corriente con una exactitud que no se alcanzará ni siquiera en los momentos de apogeo del romanticismo.

            Los temas que serán lugar común en el romanticismo, y que aparecen planteados con enorme vitalidad en el Primer Fausto evolucionan, desde el amor y nostalgia por la naturaleza, hasta las constantes fluctuaciones anímicas del personaje.  La vivencia de la soledad y la predilección por el tema de la muerte apoyan también aspectos básicos de esta conceptualización.

            No hay en el protagonista una estabilidad de valores, porque su propia interpretación del mundo lo conduce a un permanente desequilibrio.  El amor actúa en él como fuerza incontrolable.  La lucha entre lo dionisiaco y lo apolíneo -ya señalada- presenta una marcada inclinación hacia el predominio del primero de los aspectos mencionados.   Sostenemos que prevalece lo dionisiaco, porque es la forma más válida de fundamentar el valor de la acción.  Basado en el carpe diem vivirá los momentos más representativos, pero al mismo tiempo los más dolorosos.  Concomitantemente, el sufrimiento de Fausto se ofrece como una manera catártica que recuerda así el pensamiento griego al respecto.

            Goethe es partidario de la acción salvadora.  El núcleo del problema de la acción está dado en "La tragedia de Margarita".  Antes de conocer a la joven, Fausto había actuado en un orden meramente teórico.  A partir de "Una calle", comprende que al hombre le está reservada la felicidad en la medida en que consiga vivir plenamente a pesar de los errores cometidos.

            En las bienaventuranzas de san Mateo, se hace referencia al valor trascendente del actuar en favor de la justicia, por ejemplo, y aunque ésta no se obtuviera, si la intención era buena el hombre resultaba justificado.  En Goethe el problema es diferente, aunque aparentemente existan puntos de contacto.  El hombre goetheano debe buscar su felicidad con una correcta intención, pero si luego yerra y hace el mal, este mal no es más que el impulso necesario para acceder al fin trascendente obtenido mediante esta misma acción.

            La figura de Kant resultó muy respetada por Goethe.  En realidad los puntos de contacto entre ambos son pocos, según quedó explicado en el primer capítulo.  El problema del dualismo en el autor del drama estudiado aparece en una constante pugna con el monismo filosófico.  Esa dualidad cuerpo-alma es dirigida por Goethe hacia un intento de identificación que no es alcanzado plenamente.

            En el orden gnoseológico, el maestro de Königsberg defiende la autonomía del yo, así como la irreductibilidad de éste a lo material.  Por lo anterior, observamos que Kant y Goethe tienen en común la importancia que ambos conceden a lo empírico.

            En lo que corresponde a la conceptualización de Dios, para Kant la divinidad es trascendente, es decir, no pertenece al universo por ella creado, mientras que Goethe sustenta el concepto inmanente de Dios: la divinidad es parte de la creación misma.

            Por último, la relación entre Fausto y Margarita se presenta en el entorno de un paulatino cambio de posiciones entre el uno y la otra.  Conocimos, al comienzo, un Fausto seguro de sí mismo, que no se detenía ante nada para alcanzar los objetivos propuestos, en oposición de carácter con una Margarita de actitud tímida, temerosa e ingenua rayando en la simplicidad.  Este marcado contraste no asombra: pese a su metamorfosis, el anciano sabio es por fuerza superior, en conocimientos e inteligencia, a la inexperta joven; por causa de las abismales diferencias entre ambos personajes, la antítesis no podía ser menor.

            Sin embargo, la filosofía goetheana, con los retóricos artificios de quien -como Fausto- destilaba inteligencia y recursos, logra invertir los papeles al término del drama: el sabio, ciego de entendimiento, no comprende lo que la mujer enuncia con seguridad y pertinencia; aun los discursos delirantes de Margarita responden a la actual circunstancia, la situación se adecua al plan goetheano de existencia humana, el protagonista, arquetipo del hombre, habrá de entenderlo así, si no en esta primera parte, sí en el Segundo Fausto.

            En fin, Goethe es uno de los últimos genios europeos, uno de los pocos hombres cuya enciclopédica cultura les permitió tratar variados temas con reconocida aceptación.  Con ser uno de los pensadores alemanes más conocidos, el aspecto filosófico de su obra continúa relegado a segundo plano.  Aunque no negamos el valor y la importancia de su producción literaria, consideramos necesario recuperar, mediante el estudio de cada uno de sus escritos, el aporte filosófico de este hombre.  Sabido es que nuestro autor no planteó en forma convencional este tipo de postulados, no formó escuela, mas este hecho no constituye una razón de peso para negar la existencia de la filosofía goetheana o poner en duda su valor, por el contrario, justifican y apremian los estudios dedicados al tema.

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