martes, 8 de junio de 2021

Araceli Villavicencio Salazar. La herencia maldita. Ibsen y Beckett.

Villavicencio Salazar Araceli 

Unidad de aprendizaje: Tragedia 

Docente: Dr. Luis María Quintana Tejera 

Grupo: 15  Semestre: Segundo 

Ensayo final 

 

ANÁLISIS DE “LOS PECADOS DEL CAPITÁN ALVING. APARIENCIA Y VERDAD EN LA FIGURA DE ALVING. LA HERENCIA MALDITA: OSVALDO. ESPECTROS DE IBSEN 

“Los pecados del capitán Alving”, un pasado que atormentará a Osvaldo hasta el día de su muerte 

El capitán Alving nunca aparece en Espectros, pues se dice que había muerto hace diez años. Sin embargo, todo lo que alguna vez realizó este hombre en su pasado afectaría a su primogénito, Oswaldo. Por otro lado, Oswaldo llevaría una vida “normal” hasta después de su regreso de Paris, es entonces que las circunstancias lo harían confesar sus tormentos a su madre, Elenaquien le haría una revelación que destruiría su futuro y sus más profundos anhelos. Espectros es una obra que está llena de acontecimientos que, de alguna manera, tienen que ver con el capitán Alving. 

Un acercamiento a la mala actitud de padre del capitán Alving es cuando en la plática entre Oswaldo, Elena y el pastor Manders mencionan un recuerdo de la infancia del primero. En esta parte podemos ver la poca responsabilidad que tiene con un infante (y éste siendo su propio hijo) al darle a fumar de su pipa, cosa que le provocó un malestar al joven Oswaldo. Además, se presencia la actitud demandante e insistente de Elena por evadir el tema y querer hacer que su hijo no recuerde más esa pequeña etapa de su vida: 

 

ELENA. Pero si dejases la pipa, hijo. Me molesta el humo en esta habitación. 

OSWALDO. (Obedeciendo.) ¿Por qué no lo decías antes? Sólo probarla quería. Recuerdo que fume en ella una vez, cuando niño. 

ELENA. ¿Ya estás seguro? 

OSWALDO. Sí, era yo un renacuajo entonces.  No se me olvida... Entré de noche en el cuarto de mi padre y le vi tan alegre, tan animado... 

ELENA. ¡Oh! Tú no puedes acordarte de aquella época. 

OSWALDO. ¡Vaya si la recuerdo! ¡Como si lo viese! Me tomó en sus brazos, me hizo cabalgar sobre sus rodillas, me entregó la pipa y me dijo «anda, hijo, fuma; chupa con fuerza» ... Y fumé cuanto pude... hasta que un frío sudor bañó mi frente... mis ojos sumiéronse en la sombra... ¡y mi padre estalló en alegre risotada. 

PASTOR. Es particular... 

ELENA. Algún sueño que Oswaldo toma por realidad. 

OSWALDO. No, madrecita, no, no es un sueño. Tú misma entraste y me condujiste al cuarto de los niños y sentí tus lágrimas en mis mejillas. ¿Sería una broma de mi padre? 

 

Probablemente Elena trate evadir el tema de su difunto esposo por la posibilidad que hay de que Oswaldo haga preguntas sobre él, o tal vez por la tentación de destapar la verdad del capitán Alving, la verdad de que él solo era apariencia ante su familia y ante la sociedad. Aunque hay algo que puede impedir (por ahora) que Elena le diga la persona que en verdad fue el gentilhombre: el papel de la esposa con respecto a su esposo. Se trata de una especie de sumisión y aceptación de cualquier cosa que haga y diga el marido, bien fue dicho por el pastor Manders después de la primera aparición en escena de Oswaldo: 

 

PASTOR. Pretender la felicidad en esta vida, es mostrar un espíritu de rebelión. ¿Qué derecho tenemos a la felicidad? Somos esclavos del deber y el de usted la imponía vivir con el hombre al que le unió un lazo sagrado. 

ELENA. No ignora usted la vida que llevaba Alving por aquel entonces ni los excesos a que se entregaba. 

PASTOR. Conozco minuciosamente los rumores que circularon acerca de él, y bien lejos de mi ánimo aprobar su conducta durante su juventud, si, como parece, esos rumores tenían fundamento. Pero una mujer no está facultada para erigirse en juez de su marido. Su deber de usted, señora, consistía en soportar pacientemente la cruz que la Voluntad Suprema cargó sobre sus hombros [...]. 

 

Complemento con las palabras de Fernández Villegas (1906): 

 

El pastor, fiel a lo que se considera sus más sagrados deberes, obliga a la señora Alving a que vuelva a reunirse con su marido y a que cumpla su deber de esposa cristiana. La infortunada señora obedece al mandato del pastor Manders y vuelve con el capitán Alving. Fruto de tal unión es el nacimiento de Osvaldo.  

 

Gracias a lo anterior se puede entender que, a pesar de salir afectada con ello, Elena enterró la mala reputación de su marido y creó una identidad completamente contraria del capitán Alving. Eso deja también en claro que los estereotipos generados por la sociedad poseen más carga que los ideales de uno. En esta misma escena (Escena V del acto primero) Elena y el Pastor Manders siguen hablando del capitán Alving, poco después Elena le hace ver la verdad a Mandersde tal manera que él parece comprender ya el actuar tan indiferente de la mujer. Una de las escenas que sigue es la reaparición de Oswaldo tras haber salido de la casa, todo parece normal hasta que de repente, en la cocina, ocurre un pequeño problema entre Regina y Oswaldo, a lo que la señora Alving le llama “espectros”. Después de este incidente, Elena le comenta al pastor Manders las insinuaciones que su esposo tenía con la jardinera; el capitán Alving se acercó de manera pretenciosa a la joven, quien se rehusó al principio y, posterior a esto, él consiguió su cometido. Esta anécdota parece repetirse (no muy apegada a la de Alving) entre los dos jóvenes, como consecuencia obtenemos la preocupación de Elena por su hijo, ellos no pueden ser nada serio, ellos son hermanos de padre. 

Esta última verdad sería confirmada por el mismo Engstrand, quien le cuenta la verdad sobre el pasado de su mujer y la “buena” acción que realizó al recoger a la mujer con todo y el bebé que tendría. El pastor Manders, como es de esperarse, reacciona indignado, como si tenerle oculta esa verdad haya sido para él lo que se llama “un golpe bajo”. Engstrand le cuenta la historia entre Juana y él de una manera completamente diferente a como se lo reveló la señora Alving. Y, antes de la escena en donde Oswaldo revela tener grandes preocupaciones, Elena recobra la compostura y reflexiona el hablar precipitadamente de una persona sin antes conocer sus motivos. 

Llegamos a la parte en donde Oswaldo revela que, gracias a un médico al que consultó por el malestar que llevaba, se enteró de una enfermedad hereditaria y, muy importante, poco del pasado de su padre. Oswaldo se muestra muy alterado, casi inconsolable, resignado, como si el fin de su vida estuviera frente suyo y las palabras “Los hijos pagan los pecados de los padres”, pronunciadas por el mismo médico, no le ayudan, solo resuenan muy fuerte en su interior. La entrega del joven al destino se encuentra muy marcada en la frase que él pronuncia: ¡Perdido irremisiblemente para toda la vida por mi propia culpa! Todo lo que hubiese podido hacer en este mundo... ¡ni atreverse a pensarlo! ¡Ay, madre! ¡Que no pueda yo nacer de nuevo para empezar una existencia mejor! 

No conforme, él parece tomar la responsabilidad de algo que realmente no le compete. Es decir, se encuentra en un estado de completa desesperanza y termina por culparse de su destino, de la enfermedad y aquello que ya no obtendrá a causa de la terrible herencia de su padre. Oswaldo recae en sus pensamientos y termina por querer hundirse en la bebida, cosa que no intenta evitar Elena, pues es su único hijo y está sufriendo demasiado. ¡Qué no haría una madre por un hijo al que ama tanto! La señora Alving sufre con su hijo y, como casi cualquier madre que ve a su hijo en un mal estado, trata de esfumar cualquier mal pensamiento que a él se le venga a la mente. 

Acto seguido, Oswaldo menciona a Regina y le pregunta a su madre lo que piensa de la joven. Elena demuestra sorpresa ante la pregunta de su hijo, pues bien, él lo hace con intención de que su madre apruebe a Regina como su esposa. Como una manera de ocultarle la cercanía de sangre que tiene Oswaldo con Regina, la señora Alving comienza a quererle meter ideas a su hijo, con el fin de quitarle la ilusión a Oswaldo, se desenamore y abandone la idea de casarse con la joven. Pero, debido a desconocer la situación, Oswaldo permanece firme con su posición: 

 

OSWALDO. [...]. Dime... ¿Qué te parece de Regina? 

ELENA. ¿Qué me parece? 

OSWALDO. Sí. ¿Verdad que es exuberante? 

ELENA. Querido Oswaldo, tú no conoces a Regina como yo. 

OSWALDO. ¿Y eso quiere decir?... 

ELENA. Que desgraciadamente, permaneció demasiado tiempo en su casa: debí traérmela antes. 

OSWALDO. Bien, ¿pero no es exuberante, madre? 

ELENA. Esa Regina tiene muchos defectos... y de consideración. 

OSWALDO. ¿Y eso qué? (Apura más champagne.) 

ELENA. [...]. Por nada del mundo quisiera que le sucediera una desgracia. 

OSWALDO. (Levantándose de una sacudida.) ¡Madre, Regina es mi única salvación! 

ELENA. (Levantándose.) ¿Qué quieres decir? 

OSWALDO. Que no puedo continuar soportando a solas mi tormento. 

ELENA. ¿No me tienes a mí, a tu madre, para soportarlo contigo? 

OSWALDO. Así lo creía y por eso volví a casa. Pero bien veo que no podrá ser... Yo no podré pasar aquí toda mi vida. 

 

Elena y su hijo siguen discutiendo las decisiones qué el ha tomado para dirigir su vida, entre tanto Oswaldo menciona que no puede dejar la idea de abandonar a Regina, pues necesita cumplir con el viaje a Paris que le prometió en el pasado. Continúa diciendo que en aquella belleza de mujer encontró la salvación, su felicidad. Regina vuelve a aparecer en escena y la invitan a sentarse con ellos, Elena de repente decide hablar de Regina cuando es interrumpida por la llegada del pastor Manders. Ocurre el incendio del asilo y todos se centran en ese acontecimiento, pero al volver la señora Alving sigue decidida en contarle todo a los dos. El pastor Manders no está de acuerdo con la repentina decisión de Elena, pero es algo muy necesario para no cometer errores ni más pecados, pues Oswaldo tiene suficiente con lo que están a punto de decirle y con la enfermedad diagnosticada antes por el médico en Paris. 

El pastor Manders y Engstrand terminan por marcharse a conseguir el albergue para marinos. Al quedarse la señora Alving con Regina y Oswaldo, decide que es hora de que ambos sepan la verdad. Para esto vuelve a invitar a Regina a que se siente con ellos. Elena inicia contando un poco a detalle la vida que llevó el capitán Alving y que ella se ocupó por ocultarlo todo. Volvemos al tema de la apariencia que dio el capitán toda su vida; una imagen noble y heroica ante el resto de la sociedad. En un determinado momento, Oswaldo se nota molesto y le pide a Regina que deje de llamarlo “de usted” y que lo llame por su nombre. Regina muestra algo de confusión y la señora Alving dice: “Muy en breve gozarás de esa confianza”. Elena continúa hablando hasta que llega el momento de decirles que son hermanos y que Regina debió de tener los mismos privilegios de los que gozaba Oswaldo en esa casa. Oswaldo y Regina están igual de sorprendidos, pero ella no resiste más, pide permiso para retirarse y va detrás del pastor Manders y Engstrand 

Espectros termina con un Oswaldo desvanecido en el sofá pidiendo iluminación, pues es lo único que podría obtener tras perder a la mujer con quien deseaba estar. Ya no podría volver a ver con los mismos ojos a Regina, mientras tanto, Elena solo veía a su hijo, no quedaba nada más que hacer y se quedó admirándolo. 

Finalmente, y a manera de conclusión, Oswaldo es víctima del pasado de su padre, quien seguramente jamás midió cada acción y tropiezo que cometía. La figura del capitán Alving, dentro de la vida de Oswaldo, no fue más que una maldición, sería el generador de cada una de las desgracias que vivió durante gran parte de su vida. Una desgracia tras otra se presentó en la vida del hijo de los Alving, primero el heredar una enfermedad tan espantosa y, cuando él creía haber encontrado una solución y salvación, aparece una revelación que le haría perder toda esperanza de salir adelante con su vida; que la mujer a quien le prometió tanto resultara ser su hermana, el fruto de la infidelidad de su padre. Se nos presenta a Oswaldo como el ser más desdichado. Hago empleo de las palabras de Quintana (2019: 219) para hacer énfasis en la esencia del personaje de Oswaldo: 

 

Y, si la genética funcionara sólo en lo físico, no habría mayor problema; el asunto es que la dichosa genética va mucho más allá, porque el joven ha heredado de su padre, aparte de cierto mal congénito, una despreocupación y escepticismo contra toda la sociedad en la que le ha tocado vivir. 

 

Retomo este último punto porque, a parte de ser un factor relevante de la personalidad de Oswaldo, es un punto muy importante que explica cómo toma el diagnóstico del doctor y, a la vez, las palabras de su madre. Como le llamaría el doctor Quintana, Oswaldo es un nihilista, un ser individualista y un ser caprichoso que no ve más allá de lo que le ocurre a él, pues siempre se le ve entregado a la fatalidad a la que se ve sometido por la herencia maldita de su padre. Se ven muy presente estas características cuando dice: “¡Ser un cadáver viviente!”, pues se compara con un muerto o un zombi que poco o nada hace ya. Oswaldo es muy desgraciado, pero es capaz de llevar su sufrimiento al extremo y dejarse caer a causa de ello. 

 

 

 

 

 

 

 

“CARACTERÍSTICAS, CONDICIÓN Y PROBLEMÁTICA DE VLADIMIR Y ESTRAGÓN. INTERPRETACIÓN DE LA ESPERA DE GODOT”. EN ESPERANDO A GODOT DE BECKETT 

 

La indecisión e insistencia por la espera de Godot, una dualidad presente en Vladimir y en Estragón 

Toda la historia empieza y ocurre en un mismo espacio, nunca se menciona realmente en donde suceden los hechos. Este avistamiento fue planteado por Quintana (2019: 260), él comenta “El escenario en el que aparecen los personajes es indeterminado. La acotación sólo dice: (Camino en el campo, con árbol)”. Y es verdad, muchos sitios en el mundo habrá como este. Sin embargo, en este espacio han de verse Vladimir y Estragón con Godot, en este espacio ocurrirán cosas de manera repetida, pero no completamente iguales. Esperando a Godot es una obra repleta de acontecimientos que entrarán en el terreno de la Filosofía, y a su vez, de múltiples interpretaciones con respecto a la pareja de vagabundos protagonistas. 

Vladimir y Estragón son un par de vagabundos (ellos mismos dicen no ser mendigos) que han estado juntos durante mucho tiempo, ellos dos aparentan encontrarse en una situación complicada, a menudo muestran que dependen uno del otro. Es decir, muestran una relación de mínima dependencia y codependencia, esto se puede ver en la preocupación que tiene Vladimir por Estragón cuando él no ha llegado a dormir con él o como cuando dicen estar mejor separados, y también es visible en parte de su diálogo: 

 

VLADIMIR. Me alegra volver a verte. Creí que te habías ido para siempre. 

ESTRAGÓN. Yo también. 

[...] 

VLADIMIR. Cuando lo pienso... desde entonces... me pregunto... qué hubiera sido de ti... sin mí (Decidido). Sin duda, a estas horas, serías un montoncito de huesos. 

ESTRAGÓN (profundamente enojado). ¿Algo más? 

VLADIMIR (agobiado). Es demasiado para un hombre solo. (Pausa. Con vivacidad) Por otra parte, es lo que me digo, para qué desanimarse ahora [...]. 

 

Vladimir es, de los dos, quién más demuestra seguridad en su diálogo. Sin embargo, es el personaje que más cae en una aparente crisis existencial, pues menudo se enfrenta con la espera de Godot, Vladimir le insiste a Estragón que debe quedarse porque esperan a Godot y día tras día siguen esperando a un ente que ni siquiera han visto algo que probablemente saben y que prefieren ignorar. ¿Pero quién es Godot? Nadie, salvo el muchacho que aparece de repente, lo sabe (o eso parece porque dice trabajar para él). Tampoco es alguien que aparezca dentro de la obra como tal, posiblemente, y como dijeron en algún momento al presentarse con Pozzo, sea una simple expresión y nada más. Aunque, en otro sentido, podrían referirse a un ser divino o, tomando lo que dijo Quintana (2021), Godot es una manera de referirse a “un dios pequeño”, una especie de señal que le dé un sentido a la vida tan monótona que llevan este par de amigos. 

La relación que tienen ellos, aparte de enunciar la dependencia existente entre los dos, se ve envuelta en la repetición de sus dudas, a la vez se les ve seguros de lo que quieren hacer y al mismo tiempo se cuestiona si saben qué quieren en verdad, pues tras cada afirmación hay una siguiente respuesta contraria a lo planteado. Sus intenciones dudosas se presentan cada vez que Estragón se presenta como cansado de la situación e incluso llegar a querer abandonar lo que sea que esté haciendo. Pero, de manera muy contradictoria, parece resignarse a esperar a Godot junto con su amigo. Y el problema no es quedarse con Vladimir, sino que no están seguros si él vendrá, lo que provoca que ambos caigan en una especie de bucle, en el que vuelven todos sus días iguales al anterior, todo por la espera de Godot. Aunque parece eso ser todo lo que los une, existe otro motivo: el suicidio. La primera vez que hacen referencia al suicidio es cuando Vladimir se remonta al pasado y se muestra arrepentido de no haberse lanzado desde la Torre Eiffel, Quintana (2019: 262) llama al suicidio un leitmotiv1, una “causa común” que une a estos dos hombres y a su destino. 

A lo largo de la obra se muestra un diálogo repetido en varias ocasiones, primero aparece cuando Estragón quiere que ambos se marchen, en las siguientes ocasiones se ve (modificado, pero con ciertas semejanzas) el diálogo después de que ambos discuten si seguir juntos o no. En este primer avistamiento al diálogo, me extiendo a la parte en donde ellos dos hablan de Godot como alguien real y que les ha dicho (o dicho a Vladimir) en donde pueden encontrarlo: 

ESTRAGÓN. [...]. Vayámonos. 

VLADIMIR. No podemos. 

ESTRAGÓN. ¿Por qué? 

VLADIMIR. Esperamos a Godot. 

ESTRAGÓN. Es cierto. (Pausa) ¿Estás seguro de que es aquí? 

VLADIMIR. ¿Qué? 

ESTRAGÓN. Donde hay que esperar. 

VLADIMIR. Dijo delante del árbol. (Miran el árbol) ¿Ves algún otro? 

[...] 

ESTRAGÓN. Ya debería de estar aquí. 

VLADIMIR. No aseguró que vendría. 

 

Tras esta pequeña escena, ellos manifiestan haber perdido la noción del tiempo, solo se pueden guiar del momento del día por cómo se ve; si hay sol o si cae la noche, fuera de eso ellos son presas de su ignorancia y están condenados a vivir todos los días como si del anterior se tratase. Eso explicaría el porqué no son capaces de hacer otra cosa que no sea esperar a Godot. La condición en la que viven es realmente deplorable, no solo carecen de recursos indispensables para vivir, sino que también son muy ignorantes y orgullosos, esta última característica les hace rechazar o pedir ayuda monetaria. Con lo dicho, parto a decir que su vida carece de sentido porque quieren terminar con su vida, eso se refleja a cada momento en el que se posan delante del árbol y pretenden colgarse de él, no obstante, son unos cobardes y utilizan a Godot como un pretexto para hacerlo o no. Me explico, inician con una idea de terminar con su vida, “reflexionan” y ponen trabas (su peso, si uno se queda solo, etc), pero entonces deciden esperar a ver qué dice Godot, dejando en el aire la decisión de suicidarse. Aunque, podrían no ser unos cobardes y en el fondo desean tanto la dicha de vivir, debido a que son ignorantes y entonces cada vez que la vida les muestra algo nuevo ellos lo admiran, como si fuera la primera vez que sus ojos contemplan algo tan fascinante como ello.  

La mirada que lanzan al mundo es diferente y la admiran, se puede llegar a esta conclusión cuando Pozzo les pide que miren al cielo, mas el exceso de “datos” o de “información” desconocidos les causa un problema también, es muy evidente que demasiada ignorancia no es buena, pero demasiado conocimiento tampoco (en este caso en particular) y el discurso de Lucky es muestra de ello. Lucky no dice disparates del todo, si acaso su manera de expresar sus ideas es poco estructurada y sus pensamientos se ven disipados a manera de dar la sensación de hablar demás, ocasionando disgusto en Vladimir y en Estragón. Continúa la obra con la repetición de otro día, pero este siguiente día sí que tiene algo diferente: Pozzo y Lucky ya no son los mismos de antes, es más se hace presente la pérdida de identidad en estos dos personajes. Al principio, cuando los dos amigos se encontraron con estos dos hombres, Pozzo era el dueño de Lucky y lo trataba muy mal, llegaba al punto de cometer un acto de deshumanización, Lucky había sido tratado peor que un animal, y ahora el viejo Pozzo estaría ciego y Lucky ahora es la figura de un cuidador o ayudante, ya no existe más esclavitud. El segundo encuentro con Pozzo y Lucky (quienes ni nombre ni rol conservaron) origina extrañeza en la pareja de amigos, y, de una manera más puntual, en Vladimir, porque él es quien recuerda lo vivido el día anterior. Posteriormente, Vladimir se vería en pleno inicio de una crisis existencial, se preguntaría el estado de su realidad y aseguraría lo que hará el día de mañana, dándonos a entender que no está del todo perdido en el mundo, bien sabe lo que está pasando: 

 

VLADIMIR. ¿Habré dormido mientras los otros sufrían? ¿Acaso duermo en este instante? Mañana, cuando crea despertar, ¿qué diré acerca de este día? ¿Qué he esperado a Godot, con Estragón, mi amigo, en este lugar, hasta que cayó la noche? ¿Qué ha pasado Pozzo, con su criado, y que nos ha hablado? Sin duda. Pero ¿qué habrá de verdad en todo esto? (Estragón, que en vano se ha empeñado en descalzarse vuelve a adormecerse, Vladimir lo mira) Él no sabrá nada. Hablará de los golpes encajados y yo le daré una zanahoria [...]. 

 

Vladimir es consciente de lo que acontece en su vida y en esta última parte se muestra desmotivado y resignado a lo que venga. Parece ser que su destino es la espera de una señal de esperanza y, al mismo tiempo, puede que el destino trata de hacerle ver que “haciendo nada” no se consiguen las cosas. La espera de Godot es tener fe cuando no hay motivo para ello, Godot es y será la figura de una eterna búsqueda de la felicidad de los dos hombres, Godot es conformismo y a la vez un empujón a el abandono de la zona de confort. La obra termina con los dos amigos enfocándose una vez más en esperar a Godot. 

Como conclusión, interpreto Esperando a Godot como la “señal” o el incentivo para crecer como persona y no esperar, vaya, que todo pase solo y sin mover ningún dedo. Godot es la excusa perfecta para que Vladimir y Estragón no abandonen su rutina y hagan más de lo que están acostumbrados, al verse expuestos a la realidad temen y creen que la mejor solución es suicidarse. Este leitmotiv que une a ambos protagonistas es el rechazo a la vida común. Lo que probablemente sea seguro es que Estragón también sea consciente de su mundo, pero que él haya preferido encerrarse en su burbuja porque es más cómodo y seguro. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

REFERENCIAS 

 

1. Utilizadas en el análisis de “los pecados del capitán Alving...”: 

 

ANÓNIMO: «Fantasmas, por Henrik Ibsen»LitCharts [en línea]. Recuperado de <https://www.litcharts.com/lit/ghosts/characters/captain-alving>. [Consultado en línea el 27 de mayo de 2021]. 

QUINTANA, L.: Culpa y castigo. Tragedia clásica europea. México: Trajín, 2019. 

QUINTANA, L.: «Notas sobre ESPECTROS de Ibsen»La tragedia: perspectivas y análisis [blog]. Recuperado de < https://tragedia2016.blogspot.com/2016/05/notas-sobre-espectros-de-ibsen.html>. [Consultado en línea el 28 de mayo de 2021]. 

 

2. Utilizadas en el análisis de “características, condición y problemática de Vladimir y Estragón...”: 

 

BECKETT, S.: Esperando a Godot, trad. de Ana María Moix, Argentina: Editorial Último Paso [en línea]. Recuperado de < http://biblio3.url.edu.gt/Libros/joyce/Godot.pdf>. [Consultado en línea el 29 de mayo de 2021]. 

QUINTANA, L.: Culpa y castigo. Tragedia clásica europea. México: Trajín, 2019. 

QUINTANA, L.: Las trampas de la RETÓRICA. México: Trajín, 2019. 

TEATRO. (2017, 5 de junio). TEATRO TVE – Esperando a Godot de Beckett 1978. Teatro Estudio [video]. YouTube. < https://youtu.be/q2jZ27zGqsw>.