LA TRAGEDIA DE MARGARITA
Una
calle: Fausto y Margarita de paso
Fausto
conoce a Margarita y se enamora
Comienza con esta
escena la "Tragedia de Margarita".
Dicha tragedia se compone básicamente
de cinco escenas que comentaremos en el desarrollo del presente
capítulo.
1. Encuentro de Fausto
con Margarita al salir ésta de una iglesia.
Se manifiesta en el protagonista el deseo de posesión inmediata.
2. Monólogo de Fausto
en el cuarto de la joven. Ella no está presente físicamente, pero se advierte
que hay algo que la representa: en el aire de la habitación se adivinan el
orden y la paz imperantes, y estos elementos aluden a la muchacha de una manera
indirecta.
3. Primer encuentro
amoroso en el jardín de Marta. Dialogan
sobre diversos temas y es necesario subrayar las aportaciones fáusticas al
orden filosófico; él interpreta el mundo desde una óptica muy personal que es
reflejo de sus creencias y de las múltiples aportaciones que ha recibido.
4. Segundo encuentro en el jardín de Marta
y planteamiento del tema religioso a cargo de Margarita. Fausto expresa su conceptualización
metafísica del problema de Dios, aunque Margarita confunde su discurso con una
aportación de carácter meramente religiosa.
5.
Escena final de la tragedia. En la
cárcel, Margarita espera la muerte como castigo de los hombres a su acción
criminal; no reconoce a Fausto que viene a rescatarla. Se advierte el sentido catártico del morir de
Margarita quien sólo puede salvarse gracias al poder de esta misma muerte y de
ninguna manera huyendo en brazos de su antiguo amante.
Las cinco escenas
mencionadas tienen en común varios aspectos que señalaremos a continuación:
I. En el orden
religioso, Margarita será la víctima propiciatoria, para conseguir la salvación
fáustica mediante la acción. Es
necesario el sacrificio de esta hermosa mujer para dar lugar a la explicación
goetheana: el hombre se salva siempre que actúe; no importa si comete errores,
lo esencial consiste en rendir tributo a esa febril acción que no conoce
límites.
II. En el orden
filosófico, queda expresada la lucha del personaje entre el monismo religioso
heredado de Spinoza, y el dualismo de su propio ser. No entiende lo que sucede en él; sólo sabe
que hay momentos en los que predomina la carne y otros en los que el espíritu
es dueño y señor. Encontrar el
equilibrio constituye una vana ilusión.
III. En el terreno
metafísico, Fausto habla del tema de Dios
como una expresión maravillosa del universo, que no necesita tener un
nombre que lo identifique.
IV. Como aportación al
romanticismo, es importante subrayar diversos temas que se transformarán en
lugar común en la literatura romántica europea:
IV. a. Fluctuación
constante de los estados de ánimo del protagonista. No encuentra tampoco el equilibrio deseado:
deambula del deseo al goce y en el goce suspira por el deseo.
IV. b. El amor es una
fuerza incontrolable, en donde la pugna entre lo dionisiaco y lo apolíneo,
ocupa un lugar preponderante.
IV c. La seducción
introduce el tema del donjuanismo, que ya había sido planteado en la literatura
de los siglos anteriores, pero que habría de perfeccionarse con el
romanticismo. Fausto, cuando conoce a
Margarita, se siente y actúa como un don Juan.
IV. d. Las
características personales de Margarita son las de la mujer romántica: tímida,
sumisa, doméstica, portadora de una belleza natural, humilde y hacendosa. Estos atributos responden al querer romántico
y conforman la personalidad de la amada, como lo explicaremos en el análisis de
los pasajes correspondientes.
IV. e. La temática de
la soledad es trascendente. A partir del
momento en que conoce a Fausto, la joven comenzará a vivir su propia soledad
que terminará ineludiblemente en la muerte.
IV. f. Como
consecuencia de lo anterior, la muerte está presente con toda su
autoridad. El joven doctor es portador
de la destrucción y el horror para el mundo de Margarita. Será culpable indirecto del aniquilamiento de
la madre de la muchacha; responsable directo, de la del hermano; y verdadero
verdugo cuando deja sola a su amante, con el hijo de ambos, quien será
asesinado por la enajenada mujer.
Analizaremos, a
continuación, el primer encuentro entre Fausto y Margarita. Éste constituye una nueva experiencia del
protagonista, enfocada ahora hacia lo estrictamente humano. De manera paradojal, Mefistófeles no es el
promotor de este primer encuentro, sólo está presente y no parece darle la
trascendencia que el mismo posee.
Margarita es la mujer
que conmoverá las fibras más íntimas de Fausto.
Ella le recordará que él es hombre y le mostrará un camino que ninguna
ciencia pudo colocar a su alcance.
A pesar de lo dicho
anteriormente, es conveniente recordar las afirmaciones de Edme Caró en
relación con Margarita y el sentido filosófico que ésta representa en la obra:
Notemos, sin
embargo, el contraste sencillo y sorprendente del carácter de Margarita con el
de Fausto. Tomando bien las cosas, ¿no
está la filosofía mezclada por todas partes a este poema, como a la vida?
Ciertamente, si había en toda Alemania, al fin del siglo XV, un alma incapaz de
comprender a Fausto, parece, en verdad, que era la de Margarita. Ella está separada de la inteligencia de
Fausto por todo el intervalo que separa el cielo de la tierra.[1]
Las afirmaciones anteriores
podremos corroborarlas en el análisis que efectuaremos de las distintas escenas
ya esquematizadas. Por ahora, bástanos
subrayar la distancia que separa a ambos; pertenecen a mundos distintos,
enfocan la existencia cada uno de acuerdo con sus propias motivaciones. Pero, Fausto ha visto primero un hermoso
cuerpo y luego irá descubriendo un alma inocente, y esto es, por lo menos al
principio de la relación, suficiente incentivo.
Este primer encuentro
responde a un esquema romántico característico.
Recordemos las palabras del Gracioso en el "Preludio en el
teatro", con las que proporcionaba una fórmula amorosa: "Se acerca
uno por casualidad, se entusiasma, permanece en su puesto y cae al fin
rendido..." (p. 8)
Al joven doctor le
sucede algo semejante: su encuentro es totalmente casual y la llama del amor se
enciende inmediatamente. En el orden
filosófico, insistimos en señalar, que Margarita aparece relacionada con uno de
los factores que despiertan el dualismo del protagonista. Ella es parte de ese mismo dualismo por
tratarse de un hermoso cuerpo y de un alma inmaculada.
Para Fausto resulta
aparentemente fácil encontrarse con el cuerpo de esta mujer, como le sucede en
"Una calle", y en alguna forma descubrir su alma olvidando el cuerpo,
como acontece en el cuarto de la joven. El problema sobrevendrá cuando ese dualismo
se le imponga con toda su fuerza, en el instante en el que Margarita aparezca
ante él, como cuerpo y como alma. ¿Qué
hará entonces? He aquí el conflicto
fáustico central en la "Tragedia de Margarita".
En "Una
calle" domina el sentimiento romántico, el deseo de posesión
inmediato. El goce sexual se anuncia con
la sola presencia física: retomando conceptos goetheanos, se impone el
"alma inferior" de Fausto, predomina lo dionisiaco, resurgen las
pasiones humanas.
El protagonista ve a la
joven y posiblemente, de manera inconsciente, la relaciona con la imagen del
espejo en la cocina de la hechicera. Al
dirigirse a ella sin conocerla, deja de lado las normas sociales que imperaban
en aquella época. El impulso que lo
domina resulta incontrolable. Comete los
mismos errores de un principiante. Toda
la experiencia acumulada en el terreno intelectual no le sirve de nada en este
momento: actúa simplemente como un hombre.
Señalábamos en el
capítulo I: "La filosofía de Goethe", la poca importancia que el
autor otorga a la palabra. Aquí lo
encontramos expresado de nuevo. Fausto
quisiera ser dueño de palabras que lo acercaran eficazmente a esta mujer
angelical. Pero su lenguaje es tosco, no
refleja lo que realmente siente.
Afirma: “Hermosa señorita, ¿me atreveré a
ofreceros mi compañía y mi brazo?” (p. 68)
Es éste un saludo que
expresa dos conceptos fundamentales y un deseo: a) "hermosa" y
"señorita"; b) ofrece su compañía. La apreciación de la belleza puede
considerarse, en el contexto goetheano, como una reminiscencia griega; antes
había sido el espejo y ahora es la realidad tangible. Es éste el constante juego de la vida: el
hombre jamás puede llegar a saber cuándo está ante un espejo y cuándo, ante la
realidad. Juguete en manos del destino,
la condición fáustica, se encuentra ahora enfrentada a una revelación estética
muy importante.
Margarita responde, con
profunda humildad, que ella no es señorita ni tampoco hermosa. Lo primero resulta enmarcado en un contexto
social, puesto que sólo a las mujeres de la aristocracia se les denominaba
señoritas. Lo afirmado en segundo
término, tiene su origen en una modestia muy espontánea que la hace más atractiva
aún a los ojos de su enamorado.
La respuesta de
Margarita puede entenderse como brusca, pero no le deja otra opción el
atrevimiento de este desconocido.
Contrasta la actitud segura del personaje masculino con la inseguridad
de la joven, quien se aleja de inmediato.
Constatamos que Fausto
ha quedado definitivamente prendado de ese cuerpo cuando le oímos decir:
¡Cielos! Es una hermosa joven; no había visto en mi
vida cosa igual; es a la vez modesta, graciosa y tiene un no sé qué de
fascinador que me arrebata. ¡Nunca
olvidaré ni la tersura de sus mejillas ni el carmín de sus labios! Inclinaba la vista de un modo que no se
borrará ya más del corazón; y esta brusquedad de su partida, ¡cuán encantadora
resulta! (p. 68)
La presente reflexión
del protagonista nos lleva a observar los aspectos resaltados por él:
a. "Hermosa joven"
b. "Un no sé qué de fascinador que me arrebata"
c. "La tersura de sus mejillas"
d. "El carmín de sus labios"
e. "La inclinación de la vista"
f. "brusquedad de su partida".
Predominan en la
enumeración precedente, los elementos de tono sensual. Margarita quiere actuar con el recato de una
doncella, pero provoca en Fausto una reacción contraria. Lo ha excitado aún más, y el joven doctor cree
descubrir en ella los signos del amor.
Es cierto que Fausto
también dice de Margarita que es "modesta y graciosa"; pero estos
caracteres, preferentemente espirituales, no hacen más que resaltar la belleza
de un cuerpo adorable.
El diálogo entre ambos
ha sido breve, muy conciso. Semejante a
la brevedad de aquél que tiene tanto que decir que no dice nada y de aquélla,
que está obligada a callar por el "deber ser social".
Posteriormente, en la
soledad de su habitación, la joven volverá a pensar en el desconocido y lo hará
con una mezcla de curiosidad y ternura.
Algo ha dejado Fausto en ella a pesar de las precarias palabras
pronunciadas.
Todo en Margarita es
significativo para el protagonista; sabe observarla con la profundidad y el
valor cualitativo con que lo había hecho muchas veces en el terreno de sus
experimentaciones.
Ciertamente, ella
constituye una experiencia más en la vida del ahora joven doctor; en donde la
razón dejará el lugar al sentimiento.
Pero, esta experiencia es muy valiosa en la existencia de Fausto; podrá
salir herido de ella y podrá dejar un sendero de sangre a su espalda; lo
importante estriba en haberla vivido.
Ahora bien, cuando
entra Mefistófeles, Fausto le dice: "Preciso es que me procures esa
joven". (p. 68) Estas palabras
revelan un sentimiento que no está de acuerdo con las aspiraciones grandiosas
del hombre que conocimos en el primer monólogo.
Quiere poseer inmediatamente ese cuerpo.
La explicación para
esta manera de actuar, la descubrimos en el hecho de que el protagonista está
viviendo en el tiempo de la tragedia, y de ahí su premura. El carpe diem no conoce la
expresión "mañana", tiene que ser ahora; no cabe la idea de
postergación.
El personaje trágico,
al vivir en el desarrollo cronológico de esta misma tragedia, llega a
comprender que todo tiene que ser inmediato: la vida se consume a sí misma en
ese constante fluir, en ese permanente dejar de ser; por eso lo que no se
alcance hoy no debe esperarse que un mañana lo proporcione.
Mefistófeles se
manifiesta indiferente ante la pasión que está consumiendo a su compañero. Antes le había mostrado los placeres de
Auerbach y Fausto había respondido con indiferencia. Ahora, una simple mortal, lo coloca al borde
de la locura.
La torpeza del diablo
no puede ser mayor; de nuevo su incomprensión ante los hechos. Además la ironía con que se manifiesta en
este momento, no está de acuerdo con los cálidos acentos que embargan al
personaje. Igual que el perro de aguas
gruñía, así también, el demonio nihilista de Goethe desaprueba al hombre
enamorado. En lo que respecta a
Margarita, reconoce que no tiene poder sobre ella, porque ha oído su confesión
y es un alma inocente.
Al mismo tiempo,
notamos un comportamiento distinto en Fausto.
Cuando hablaba de temas del conocimiento, lo hacía con reconocido
escepticismo; ahora, su discurso revela facetas nuevas. Se expresa pedantemente. Esto se lo hace notar Mefistófeles
recurriendo a su consabida ironía.
Al decir el diablo que
no tiene poder sobre ella, porque es una niña inocente, Fausto comenta: "Y
con todo, tiene más de catorce años". (p. 69)
Estas palabras parecen
dictadas por una actitud arrogante y deseosa, más que por una manifestación
sincera. De todas maneras, debemos
subrayar el carácter violento de la afirmación que le permite agregar a su
acompañante: "Hablas como Hans Liederlich". (p. 69) Habíamos mencionado el tema del don Juan y
aquí surge en toda su pujanza.
Fausto está nervioso y
amenaza con romper el pacto y es ahora Mefistófeles quien pide plazo:
"Necesito lo menos quince días sólo para acechar la ocasión". (p.
69)
La nueva intervención
del protagonista lo ubica en su pretenciosa actitud anterior: "Si yo
pudiese tan sólo disponer de siete horas, no necesitaría tu auxilio para
seducir a semejante criatura". (p. 69)
La escena concluye con
un marcado tono romántico, que sirve de transición para la siguiente en donde
Fausto se encontrará solo en el cuarto de Margarita. Él le había pedido, finalmente al diablo,
aunque más no fuera una prenda de la joven para calmar de manera momentánea su
ansiedad. En lugar de esto, Mefistófeles
lo conduce a la habitación mencionada y comienza a dominar las situaciones como
lo podremos corroborar en el análisis posterior.
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