martes, 2 de marzo de 2021

Antígona Sófocles. Casandra Sánchez Mercado

 

Antígona 
Sófocles

Casandra Sánchez Mercado

Grupo 15

Febrero 2020

Dr. Luis Quintana Tejera  

Sófocles (nacido c. 496 a. C., Colón, cerca de Atenas [Grecia]; murió en 406, Atenas), con Esquilo y Eurípides, uno de los tres grandes dramaturgos trágicos de la Atenas clásica.” (Taplin, 2020) Solo se conservan siete obras completas, que son de vital importancia en el género de la tragedia. En este texto analizaré algunos aspectos y perspectivas de Antígonaescrita por Sófocles, representada por primera vez en el año 442 a.C. 

Para poder adentrarnos al análisis debemos dejar claro el contexto con las tragedias anteriores a esta, “Antígona […], la hija nacida de la unión inconscientemente incestuosa de Edipo y su madre, Yocasta. Después de que su padre se cegara al descubrir que Yocasta era su madre y que, también sin saberlo, había asesinado a su padre, Antígona y su hermana Ismene sirvió como guía de Edipo, siguiéndolo desde Tebas hasta el exilio hasta su muerte cerca de Atenas. Al regresar a Tebas, intentaron reconciliar a sus hermanos en disputa: Eteocles, que defendía la ciudad y su corona, y Polinices, que atacaba Tebas. Ambos hermanos, sin embargo, murieron y su tío Creonte se convirtió en rey. Después de realizar un elaborado servicio fúnebre para Eteocles, prohibió la remoción del cadáver de Polinices, condenándolo a estar sin enterrar, declarando que había sido un traidor.” (Britannica, 2018) Como personajes se nos presentan Antígona, Ismene, coro de ancianos, Creonte, un centinela, Hemón, Tiresias, un mensajeroEuridion, otro mensajero.  

La tragedia comienza con Antígona contándole a Ismene su plan de ir hasta Tebas para hacerle un funeral digno a su hermano Polinices, ambas conocen el decreto de Creonte, cualquiera que entierre aquel cuerpo será castigado con la muerte, pues Polinices es considerado como un traidor, Ismene no está dispuesta a tomar el riesgo, pero Antígona sí, por ello emprende su caminopara que por la noche pueda acercarse a los restos de su hermano y comenzar los ritos sagrados.  

Dentro de la obra podemos identificar la peripecia justo en la siguiente escena:  

“¿Cómo, si la estoy viendo, podré negar que no sea ésta la niña Antígona? ¡Oh, hija infeliz de Edipo, infeliz padre! ¿Qué es esto? ¿Es que, por desobedecer los mandatos del rey, te traen éstos habiéndote sorprendido en tal imprudencia? 
El Centinela. Ésta es la que el crimen ha perpetrado; la sorprendimos cuando estaba sepultándolo. ¿Pero dónde está Creonte? […]
 

Creonte. ¿Qué hay? ¿Qué coincidencia me hace llegar oportunamente? 

El centinela. Señor, para los hombres nada irrevocable, porque la reflexión modifica el primer pensamiento. Cuando duras penas hubiera creído yo volver aquí, por las amenazas con que me helé de terror entonces […], con esta muchacha, que ha sido sorprendida cuando preparaba la sepultura. (Sófocles. Traducción de Alemany Bolufer, 1921) 

La peripecia “es el punto de inflexión en un drama después del cual la trama avanza firmemente hacia su desenlace” (Britannica, 2015), en el diálogo anteriormente mencionado se muestra cuando el centinela logra capturar a Antígona en pleno acto del rituala diferencia que en Edipo Rey que la peripecia se encuentra casi al final cuando logran llegar a una conclusión, en esta tragedia es casi al inicio, Creonte está decidido a castigar a su sobrina por cometer tales imprudencias, por desobedecerle. Debemos destacar un una de las premisas en la historia, por lo tanto, de Antígona como personaje, esta es la imposición de las leyes de los dioses ante las leyes de los humanoses consciente de la consecuencia de sus actos, no niega lo que ha hecho, orgullosa, valiente sostiene su palabra pues para ella es de suma importancia que Polinices se reúna con los dioses.  

Por otro lado, tenemos la catarsis, “efecto purificador y liberador que causa la tragedia en los espectadores suscitando la compasión, el horror y otras emociones” (RAE, s.f.), las tragedias son representadas, el público las experimenta en vivo, me atrevo a decir que en esta tragedia es más fácil que empaticen los espectadores con Antígona, porque incluso el pueblo dentro de la historia está de su lado, quieren que Polinices tenga una celebración digna, sin embargo por el miedo que le tienen a Creonte prefieren callar y obedecer, nadie se atreve a revelarse por temor a que le maten. Desde la antigüedad, la muerte ha sido algo sagrado que se debe venerar, cada uno bajo nuestras creencias busca que sus muertos lleguen en paz a donde quiera que vayan después de la vida, o al menos tener una despedida de su cuerpo, por eso, no importa cuándo sea representada la obra, el espectador logrará estar del lado de Antígona. 

Creonte se enfrenta a una batalla verbal con Antígona donde al final decide no matarla por su propia mano, sino que ordena que la encierren con suficiente comida, con el tiempo comenzará a escasear y morirá sola, hambrienta y sedienta, lo cual lo hace aún peor, es una muerte lenta. Hemón aparece en escena, es el hijo de Creonte y prometido de Antígona. 

Creonte. […] Hijo mío, ¿vienes aquí porque has oído mi última decisión sobre la doncella que a punto estabas de esposar y quieres mostrar tu furia contra tu padre? ¿o bien porque, haga yo lo que haga, soy tu amigo? 

Hemón. Padre, soy tuyo, y tú derechamente me encaminas con tus benévolos consejos que siempre he de seguir; ninguna boda puede ser para mí tan estimable que la prefiera a tu buen gobierno. 

Creonte. Y así, hijo mío, has de guardar esto en el pecho: en todo estar tras la opinión paterna: por eso es que los hombres piden engendrar hijos y tenerlos sumisos en su hogar: porque devuelvan al enemigo el mal que les causó y honren, igual que a su padre, a su amigo; el que, en cambio, siembra hijos inútiles, ¿qué otra cosa podías decir de él, salvo que engendró dolores, motivo además de gran escarnio para sus enemigos? Nunca jamás, ¡oh, hijo! Te rinda el placer de manera que abdiques de tu razón por culpa de una mujer, sabiendo qué frío resulta el abrazo cuando tienes en casa por esposa a una mujer mala. ¿Pues qué plaga puede resultar mayor que una mala compañera?” (Sófocles. Traducción de Alemany Bolufer, 1921) 

Podemos notar cómo al inicio de la escena, cuando Hemón comienza a hablar se muestra sumiso, quiere expresar su descontento y preocupación, pero no quiere perjudicar al gobierno de su padre. Sabemos cómo se tomaba la participación de la mujer, incluso ahora hay gente que sigue pensando lo mismo, dependiendo del contexto en el que nos desarrollemos los valores y costumbres que predominen serán distintos, el desprecio hacia la mujer era constante, ahora, estar comprometido con una mujer que no acata las indicaciones del Rey en turno, revelarse, era considerada como una mala mujer, cualquier hombre que la desposara tendrá la mala fortuna de convivir con ella. Aunque al principio de la conversación, Hemón se muestra a disposición de su padre, trata de convencerlo de que condenar a su futura esposa es algo que no se debe hacer, él está preocupado por el futuro de Antígona, pero también se preocupa por la actitud de su padre, sabe que si se va por el camino de las acciones que está tomando traerá graves consecuencias. Al final no logra más para su amada, así que se retira.  

Cuando creíamos que nada podía hacer que Creonte cambiara de opinión llega el viejo Tiresias, profeta, el cual aparece en Edipo Rey. 

Tiresias. Piensa que ahora caminas sobre el filo de una navaja. 

Creonte. ¿Qué sucede? ¡Cómo me horrorizan tus palabras! 

Tiresias. Lo sabrás así que oigas los pronósticos de mi arte; pues al tomar asiento en el antiguo sitial de mis agoreras observaciones, donde tengo la estación de toda suerte de alígeros, oí desconocidos gritos de aves que graznaban con infausta y extraña furia, y comprendí que se desgarraban unas a otras con sus ensangrentadas garras, porque el ruido de su aleteo no era equívoco. En seguida, lleno de temor, quise hacer la prueba en las ofrendas que tenía en los altares, del todo encendidos. Pero el fuego no sacaba llama de las víctimas, sino que la grasa derretida de los muslos se fundía sobre la ceniza y humeaba y chisporroteaba; la hiel se disipaba en vapor, y de los muslos, destilando la grasa que los cubría, quedaron los huesos. Tales son los presagios funestos de estos misteriosos sacrificios que he sabido por este niño […]. Y esto lo sufre la ciudad por causa de tu determinación; porque nuestros altares y hogares sagrados han sido invadidos todos por las aves y los perros que se han saciado en el cadáver del infeliz hijo de Edipo. Por esto los dioses no aceptan de nosotros ni las plegarias de los sacrificios ni la llama de los muslos de as víctimas; ni ave alguna deja oír gritos de buen agüero, porque se han saciado en la pringue de la sangre corrupta de un cadáver.” (Sófocles. Traducción de Alemany Bolufer, 1921) 

Sin embargo, Creonte decide hablar mal del anciano, no cree en los males que caerán en él por las malas decisiones que está tomando, le echa en cara que los adivinos lo único que buscan es dinero, pero debemos recordar que Edipo tampoco le creyó a Tiresias cuando le contó la verdad que conocía, por lo que Tiresias procede a hablar de la maldición que está por caerle a Creonte. 

“Tiresias. […]Has de saber que ya no verificará el Sol muchas revoluciones en su lucha con la tiniebla, sin que en ellas tengas que dar un muerto de tus propias entrañas a cambio de esos dos cadáveres, de los cuales has echado uno de la luz a las tinieblas, encerrando inicuamente a una alma viviente en la sepultura; y retienes aquí arriba al otro, privando de él a los dioses infernales por tenerlo insepulto y sin los debidos honores, en lo cual no tienes tú poder, ni tampoco los dioses de aquí arriba; procedes, pues, violentamente en todo eso.” 

Creonte, después de escuchar lo que se avecinaba se pone a disposición de lo que Tiresias le sugiera, pues es consciente que el triunfo de su reinado ha sido gracias al viejo profeta. Es aquí donde apreciamos la catástrofe, dentro de una tragedia corresponde a “la acción final que completa el desenlace de la trama” (Britannica, 2018), Creonte se dirige a donde está el cuerpo de Polinices para comenzar un ritual apropiado. Sin embargo, al pasar el tiempo llega un mensajero que le habla al coro informando las atrocidades suscitadas, cuando Creonte emprendió su camino hacia el lugar donde estaba Antígona logró escuchar gritos familiares, los conocía, pidió que abrieran paso para poder entrar, ahí dentro se encontraba Antígona colgada, se había suicidado, a su lado lloraba Hemón, lamentaba la muerte de su amada, en un ataque de ira tomó su espada y quiso matar a su padre pero no lo logró, por lo que decidió quitarse la vida. Inoportunamente Eurídice, la esposa de Creonte, estaba acercándose y escuchó al mensajero, fue tanta la tristeza de no tener más a su hijo que entró al castillo y también se suicidó. Creonte regresó al lugar de inicio, con su hijo en brazos, al enterarse de que su esposa también estaba muerta se lamentó por todas las decisiones que tomó.  

El orgullo, el poder y las profecías divinas son algo que rigen estas tragedias, se imponen órdenes y ponen en duda las profecías de los dioses, cosa imperdonable entre los griegos (y religiones en general). Los diálogos entre Creonte y Antígona alcanzan una altura inigualable, pero también son dramáticos los que se establecen entre Creonte y su hijo Hermón, el prometido de Antígona, aunque al espectador actual les parezcan más suaves [1], acostumbrado más a la violencia –incluso en escena– por las películas. Hay dos momentos claves o dos razones que esgrime Antígona para justificar lo que hace. A la mitad de la obra y en su enfrentamiento dialéctico con Creonte dice que “no nací para compartir el odio, sino el amor”. Es una razón ética y lírica a la vez, pero débil ante “la razón de Estado” de Creonte, que se ve obligado a cumplir la ley que él mismo ha decretado con anterioridad mediante un edicto. Sin embargo, en sus últimas palabras Antígona esgrime una razón a la misma altura que la esgrimida por el “estratego”. Dice: “… los males que sufro no sean mayores que los que me imponen contra toda justicia”. Esta es la clave, porque aquí entran en conflicto para Sófocles ley y justicia, lo cual solo es posible si, desde el lado de la Ética, la ley es injusta. Creonte justifica su acción casi de continuo al final de la obra con palabras como “… mis decisiones no pueden comprarse”, “no hay forma de luchar contra lo que es forzoso”. Y ya, arrepentido, dice que “me temo que lo mejor no sea pasar toda la vida en la observancia de las leyes instituidas”.” (Mora Plaza, 2020) 

Bibliografía 

Britannica. (11 de febrero de 2015). Enciclopedia Británica. Obtenido de T. Editors of Encyclopaedia: https://www.britannica.com/art/peripeteia 

Britannica. (12 de Octubre de 2018). Enciclopedia Británica. Obtenido de Britannica: https://www.britannica.com/topic/Antigone-Greek-mythology 

Britannica. (14 de marzo de 2018). Enciclopedia Británica. Obtenido de T. Editors of Encyclopedia: https://www.britannica.com/art/catastrophe 

Mora Plaza, A. (21 de Octubre de 2020). Ética y poder: la lección de Antígona. Obtenido de nuevatribuna.es: https://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/etica-poder-lecciondeantigona-economia-literatura-politica/20201021134157180396.html 

RAE. (s.f.). Diccionariode la lengua española. Obtenido de RAE: https://dle.rae.es/catarsis 

Sófocles. Traducción de Alemany Bolufer, J. (1921). Las siete tragedias de Sófocles. Madrid: Biblioteca Clásica. 

Taplin, O. (17 de Diciembre de 2020). Enciclopedia Británica. Obtenido de Britannica: Taplin, O. y Woodard,. Thomas M. (2020, 17 de diciembre). Sófocles . Enciclopedia Británica . https://www.britannica.com/biography/Sophocles 

 

 

 

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