Prólogo
Debo empezar
explicando que escribo desde la perspectiva de un germanista viviendo fuera del
mundo hispano, lo que decididamente influye en la elección de temas para este
ensayo. Por una parte, espero seguir el ejemplo de Luis Quintana y no divagar
en cada oportunidad. Ni el libro ni este ensayo son meros compendios. Por otra
parte, es de esperar que mis comentarios complementen las astutas observaciones
de mi estimado colega, a quien le agradezco mucho la oportunidad para
desarrollar esta exposición.
Ya en la segunda página Quintana enuncia su meta:
identificar, explicar y contextualizar la filosofía en el Fausto de
Goethe. Reconoce que hay varios estudios generales que abarcan el tema de las
corrientes filosóficas en las obras de Goethe, pero ninguno —ni ningún
conjunto—, que trate detenidamente los elementos filosóficos en las obras
individuales. Desde un principio define y delimita su enfoque, y se mantiene
firme en ese propósito. La organización en tres capítulos es lógica. El primero
analiza las influencias filosóficas, el segundo los antecedentes y los
episodios preliminares y el tercero la tragedia de Margarita. Muy pocas veces
entra en el laberinto que es el segundo Fausto, y aun dentro del primero
no sucumbe a la tentación de comentar episodios ajenos a su plan, como el de la
noche de Walpurga. Cuando ocurren excepciones a lo antedicho, éstas son
uniformemente oportunas y justificadas.
Como
es de esperar, en varias ocasiones señala las conexiones entre un episodio y
otro. En esto el autor encuentra un término medio: ni abruma al lector con una
plétora de ejemplos ni deja de mencionar cosas relevantes. Baste un solo
ejemplo. Al tratar el curioso episodio de “La cocina de la hechicera”, Quintana
nos recuerda que ya en el “Preludio en el teatro” aparece el deseo del Poeta de
recuperar su juventud perdida.
Lo único que haría
falta para ver conexiones —o falta de tales—, a un nivel estructural, sería una
indicación del orden cronológico de la composición de los episodios. Algunos
nacen con el Urfaust, otros con el Fragmento de 1790, otros en la
versión final de 1808. A veces hay discrepancias entre el concepto original y
una versión posterior. Un ejemplo sería el relato del encuentro con el Espíritu
de la Tierra, un momento lleno de poder, pero un vestigio de un plan anterior
que parece fuera de lugar, pero que a Goethe le gustaba y que él terminó
incorporando en la versión final. Aunque la pieza sea teóricamente un drama, no
queda ninguna de las tres unidades aristotélicas, y se trata más bien de una
conglomeración que, con justificada razón, se ha comparado con una catedral
gótica.
Hay un par de
puntos que son de cierta importancia, pero que no quedan claros. Uno es la
naturaleza del Pacto: vale la pena subrayar que en el Fausto de Goethe
no se trata de un pacto en el sentido tradicional, sino más bien de una
apuesta. Este Fausto no vende su alma por veinticuatro años de saber y placer,
sino que le dice a Mefistófeles que está dispuesto a ir al infierno sin
protestar en el momento que éste le deje completamente satisfecho. Es una apuesta, dentro de otra apuesta, tal y
como sabemos desde el “Prólogo en el cielo”, cuando Dios habla con Mefisto.
Otro punto tiene que ver con la salvación de Fausto al final de la segunda
parte. A veces el lector tiene la impresión de que ésta se da por la
intercesión de Margarita, a veces porque el protagonista nunca cede en la
lucha. Sin embargo, según el texto de Goethe, el mecanismo de salvación
funciona a base de la gracia divina: no sabemos hasta qué grado depende de la
cadena intercesora que incluye a Margarita, pero culmina en la Virgen María,
pero también requiere la lucha constante.
En varios pasajes
Quintana caracteriza a Margarita como una típica mujer romántica. En términos
generales podemos aceptar tal afirmación, pero con ciertas modificaciones, por
lo menos en el caso de la literatura alemana. Como observó Cecilia Klein en el
siglo XIX, el romanticismo alemán tiene dos caras: una radical y futurista,
otra conservadora y hasta reaccionaria. Pensemos en la Lucinda de
Friedrich Schlegel: una mujer ultramoderna, emancipada, cuya sexualidad e
intelecto se encuentran en pleno desarrollo. A veces los dos tipos de mujer se
encuentran en las obras de un solo autor, y el caso de Eichendorff es
paradigmático. Algunas son tímidas, pasivas y por supuesto puras, como Bianca
(“La estatua de mármol”) o la linda dama sin nombre (“Episodios de una vida
tunante” —el título varía según la traducción). Algo tienen de Margarita, pero
Eichendorff nos da a entender que se casan antes de la luna de miel y terminan
felices. Mas las mujeres interesantes e irresistibles son fuertes, liberadas y
hasta terribles como Romana (Presentimiento y presencia), Juana (Poetas
y sus compañeros) y Diana (“La abducción”). Mientras una corriente del romanticismo
anhela la supuesta integridad del mundo medieval, por supuesto con sus damas
delicadas, otra ataca el carácter patriarcal de Occidente. Como ha dicho Alex
de Jonge, un perspicaz crítico británico, en su libro sobre Dostoievski, la
hazaña culminante del romanticismo es la decapitación del Rey de Francia, lo
que está íntimamente relacionado con la feminización de la conciencia.
No puedo concluir
sin mencionar el texto de Fausto que se cita. Siendo germanista viviendo
en los Estados Unidos, ignoro la cantidad y calidad de las traducciones de
obras alemanas al español tanto en general como en el caso presente del Fausto
de Goethe. No obstante vale la pena nombrar tres dilemas relacionados con la
traducción: el del traductor, el del investigador y el del lector. Primero
hablemos del traductor y de su situación tan parecida a la de Sísifo. Es
relativamente fácil dar una idea general de un texto (cualquier texto), o sea,
una adaptación. Un texto técnico es un poco más difícil, pero el que domine los
dos idiomas y la terminología lo puede lograr. Más difícil todavía es un
artículo cargado con detalles propios de una cultura, pero ajenos a la otra. Al
llegar al texto literario ya se aumenta el grado de las disyuntivas, pero el
que desee traducir un texto poético emprende algo verdaderamente
extraordinario. Hay que escoger entre traducir el sentido (posiblemente en
prosa) o captar el poder poético-lingüístico (pero sacrificando aunque sea
parte del profundo significado), y una de las máximas riquezas de Fausto
es la gran variedad de formas poéticas que corren a través de sus páginas. Por
consecuencia, el investigador tiene que escoger la traducción que sea más útil
para su meta. Por dicha, el propósito de este libro es analizar el aspecto
filosófico del Fausto, no el aspecto estético, dado que los fragmentos
citados carecen de la fuerza del original. Baste un ejemplo, una declaración
que en el original podría servir como el lema del Sturm und Drang:
“Gefühl ist alles”. Estas cinco sílabas vibran con poder dinámico y salen de la licuadora como “el sentimiento
lo es todo”. Aquí el águila se convierte en un Dido y el tifón en un estornudo.
Sin embargo no podemos vivir sin traducciones. Pocos son los que pueden leer el
Antiguo Testamento en hebreo, el Nuevo en griego, Dante en italiano, Ibsen en
noruego, etc., y así ni entramos en el Bagavad Guita o los analectos de
Confucio o la poesía de Nezahualcóyotl....
En resumidas cuentas, Luis
Quintana nos ofrece un libro bien enfocado en un nicho que es importante, pero
el cual hasta ahora ha quedado vacío. Nos ha dado muchos temas para contemplar,
seamos germanistas o no, seamos conocedores del Fausto de Goethe o
principiantes. Lo único que nos queda son dos preguntas. Primero, ¿qué clase de
lector sacaría mayor beneficio de tal libro? Contesto así: cualquier lector
hispano parlante que se interese por la historia intelectual de Occidente,
sobre todo el que tenga interés en el desarrollo filosófico-literario de la
Europa central. Segundo, ¿cuándo nos va a hacer el favor de publicar un estudio
parecido acerca de Wilhelm Meister? Gustoso, lo estaré esperando.
Robert
O. Goebel
James
Madison University
Harrisonburg, Estado de Virginia, EEUU
Marzo de 2002
Introducción del autor.
El acercamiento natural
entre la filosofía y la literatura impide establecer rígidas fronteras que
distingan radical y absolutamente entre un texto filosófico y otro literario.
Es
frecuente encontrar personas destacadas cuyo discurso permite entrever una
actitud distintivamente filosófica. De
manera reiterada tal situación incide en los escritores de literatura, hombres
cuya honda sensibilidad suele adoptar cauces más tarde concebidos como rutas
por ellos inauguradas. Es lugar común el
hecho de que los textos de Goethe presentaron en forma tan lograda la línea de
pensamiento germana, que los seguidores no se hicieron esperar. La reacción más contundente, pero no la
única, fue sin lugar a dudas el suicidio de aquellos cuya filosofía existencial
se identificó con la del joven Werther.
Casos como los de
Voltaire, Emerson, Maurois, Camus, Sartre han sido ya estudiados, aunque no con
todos los recursos requeridos por tales figuras. Por lo que a Goethe respecta, se ha escrito
ya sobre el aspecto filosófico de su obra, sin embargo el corpus se ha
extendido siempre a la totalidad de su producción literaria, con alusiones a
las Conversaciones con Eckermann, a las Memorias y, con menor
frecuencia, a los escritos de carácter científico.
A partir de lo
anterior, encontramos la necesidad de trabajar con cada uno de sus textos por
separado, pues los estudios hasta ahora elaborados tienden a ser poco precisos
en el seguimiento y demostración de los conceptos goetheanos, amparados en el
hecho de que esta filosofía no fue presentada por su autor en forma explícita
mediante tratados, disertaciones o ponencias, ni siquiera con el estilo
técnico-argumentativo propio de los intereses persuasivos en esta disciplina.
Sin dejar de observar
que la mencionada filosofía goetheana no fue expuesta en forma convencional, es
innegable su existencia. Ante la
necesidad de estudios abocados al tema, proponemos este trabajo de
investigación como una incursión en el vasto campo de la obra goetheana,
incursión centrada en el primer Fausto y sus concepciones filosóficas y
en algunos aspectos del segundo Fausto con el ánimo de señalar
diferencias y semejanzas sustanciales. Por supuesto que el carácter
intertextual del mencionado personaje resalta de una manera interesante y por
ello analizaremos las fuentes en las cuales se apoya el pensamiento goetheano,
fuentes que autorizan al escritor alemán a un desempeño que lo lleva al enfoque
original en su propia perspectiva y que ha dado lugar no sólo a un re análisis
basado en la concepción que se cifra en la búsqueda de nuevos horizontes
metafísicos y científicos, sino también a una observación del cosmos que tiene
como objetivo prioritario el entronizar un renovado enfoque del problema en
cuestión.
Por lo anterior,
tradicionalmente se distingue entre el primer Fausto, obra de la
juventud de Goethe, y el segundo, manifestación del pensamiento clásico del
maduro escritor. Algunas ediciones
aludirán a estos textos como las partes primera y segunda del Fausto,
nosotros hemos preferido la concepción tradicional.
Los
objetivos que perseguimos son:
a) Integrar las reflexiones filosóficas presentes en el Fausto de
Goethe.
b) Explicar la filosofía de Goethe, a partir
del objetivo anterior.
c) Valorar la situación de tal filosofía en el marco del siglo XVIII.
d) Analizar el alcance y significación del tema Fausto en el
contexto de la producción goetheana que encabeza el mencionado problema.
Insistimos
en que aunque hasta la fecha se han publicado textos que aluden a la filosofía
manifiesta en la obra de Goethe, tales escritos no se dedican por completo a
este enfoque, exponen un panorama de los elementos más representativos del
autor sin ahondar en cada aspecto, o bien derivan en una línea distinta a la de
esta investigación. Los antecedentes más
notables son: Alfonso Reyes (Trayectoria de Goethe) quien tiende a un
enfoque biográfico literario con connotaciones filosóficas; George Santayana (Tres
poetas filósofos. Lucrecio, Dante y Goethe) establece un análisis
comparativo filosófico; por su parte, Jeanne Ancelet-Hustache (Goethe par
lui-même) retoma el texto goetheano para fundamentar las distintas
etapas en la vida del escritor, así como su relación con Schiller, pero sin
llegar a concretar los postulados filosóficos de la obra; Benedetto Croce (Goethe)
después de dedicar los dos primeros capítulos a la vida moral e intelectual,
poética y artística de Goethe, en los capítulos quinto al séptimo incursiona,
con relativa brevedad, por el primer Fausto, bosquejando una comparación
con otras obras. Por último, la
inclusión de Goethe en la Historia de la filosofía de Nicola Abbagnano
es sucinta y parece pretender tan sólo subrayar la presencia del autor en el
contexto de la filosofía del siglo XVIII. En lo relativo al problema de la
intertextualidad la bibliografía existente es muy amplia; sólo pretendemos
ubicar el carácter del asunto, al mismo tiempo que soslayar los antecedentes
con fundamento bibliográfico —podemos constatarlo en la primera parte del
capítulo segundo—, para perfilar luego los elementos que harán alusión en el
futuro al mismo tema de Fausto.
Esta
investigación se ubica en el marco teórico de la filosofía comparada. Los principales términos aquí trabajados se
remontan desde Spinoza, con el desarrollo del concepto sustancia "aquello
que es en sí y se concibe por sí: esto es, aquello cuyo concepto no ha menester
del concepto de otra cosa por el que deba formarse", hasta Kant y su antagonismo sujeto-objeto.
Kant ofrece un enfoque
crítico del conflicto filosófico y la condena de la metafísica mal planteada
como esfera de problemas que están fuera de las posibilidades de la razón
humana. Goethe retoma principalmente el
pensamiento de Spinoza para analizar las
propuestas de Kant argumentando severas objeciones a éstas. En ese sentido, la reconsideración del
problema socrático ante el conflicto del conocimiento es fundamental;
paralelamente la búsqueda de soluciones en la magia y la aceptación de
postulados panteístas permiten su eventual comparación con Spinoza. Su creencia en un hombre superior, aspiración
romántica esencial, lo colocan en la culminación de un siglo en donde el
pensamiento racionalista parecía haber anulado a ese mismo hombre.
Hemos elegido un
enfoque comparatista para observar las influencias de Spinoza y Kant en Goethe,
así como para determinar la particular postura filosófica del autor del Fausto. El método trabajado permite comprobar
convergencias y divergencias. Además
tomamos en cuenta que la comparatística no puede restringirse a la
identificación, implica también un procedimiento analítico de selección del corpus,
lo cual sólo puede lograrse frente al panorama histórico y tematológico; de ahí
que en esta investigación se presenten alusiones a la génesis social del texto
trabajado, tanto en su aspecto individual (Goethe) como en el colectivo (la
Europa del siglo XVIII), e incluso referencias míticas y legendarias que se han
visto involucradas en la concepción del Fausto.
Establecimos la guía de esta
investigación a partir de las siguientes hipótesis:
- Fausto puede
considerarse un personaje romántico que excede su momento histórico.
- El pensamiento goetheano se integra en presupuestos filosóficos no
estrictamente elaborados en un sistema, sino sirviéndose de él para elevarse al
encuentro de soluciones vitales, que aunque no lo quieran, terminan entroncando
con esa misma filosofía.
- La influencia
conceptual metafísico-religiosa permite la asimilación del pensamiento de
filósofos como Spinoza y Kant.
El trabajo se inicia con un planteamiento
relativo a la filosofía de Goethe, en el cual se observa y analiza la
influencia del pensamiento spinozista así como su comparación con los
postulados kantianos. Constituye un
aporte especial de nuestra investigación el estudio de algunos temas de esta
filosofía goetheana como es el caso de la Naturaleza, el sentido de la palabra
en diferentes contextos cognoscitivos y el saber positivo. En seguida comentamos la necesaria relación
entre el Sturm und Drang y el romanticismo europeo, lo cual permite
ubicar el marco cultural del citado drama goetheano, delimitado también por la
leyenda fáustica, cuyas principales versiones son revisadas con miras a
establecer los elementos recuperados por Goethe para la formación del mito
fáustico.
Ubicadas las fuentes de Fausto y
recuperados los principales valores que sustentan el desarrollo intertextual
del problema, es importante el análisis
particular de varios temas que tendrán como punto de referencia común los
aspectos filosóficos predominantes: el conocimiento, la magia, el sentimiento
dionisiaco, el problema religioso, la culpa.
La relación entre Fausto y Margarita
constituye la raíz humana en la cual el "súper hombre" goetheano
parece abandonar sus elevadas aspiraciones en brazos de una mujer.
Primordialmente, la escena del calabozo
enfrenta a Fasuto con un momento límite en donde se manifiestan su
incomprensión e incapacidad para resolver el conflicto femenino. La redención de Margarita constituye una
justificación religiosa que parece anunciar el perdón divino para el propio
Fausto, perdón que será otorgado al final del Segundo Fausto.
Benedictus de Spinoza, Ética, UNAM, México, 1977,
p. 5.