lunes, 31 de mayo de 2021

LAURA ALARCÓN RODRÍGUEZ. Sófocles, Shakespeare y Goethe.

  

Lic. Lengua y Literatura Hispánicas 

 

Asignatura: Tragedia 


 

Docente: DR. Luis  Quintana Tejera 


 

Ensayo sobre: 

  • Anagnórisis en Edipo Rey 

  • El diálogo de las brujas en Macbeth 

  • Escena del calabozo de Fausto 

 

Elaborado por: 

Alarcón Rodríguez Laura 

 

Toluca, Edo de México, 20 de mayo de 2021 

 

 

El presente ensayo tiene como objetivo dar a conocer mí propuesta analítica sobre tres aspectos fundamentales en tres tragedias diferentes: Edipo Rey, Macbeth y Fausto donde señalaré un poco acerca del contexto del autor, características generales de la obra y las temáticas específicas que se desarrollarán.   

Anagnórisis presente en Edipo Rey 

Antes de abordar este aspecto fundamental de la obra, es preciso dar a conocer un poco acerca de su autor y las características de ésta.

 Sófocles 

Sófocles (495 a.C. -406 a.C.) nacido en la región de Colona, Grecia, fue un poeta trágico griego y el autor dramático más influyente en el mundo moderno. Aunque se inició en la tragedia bajo la influencia de Esquilo, supo alejarse pronto de su visión religiosa para concentrarse en los problemas del hombre. Sófocles estuvo atento al desarrollo social de su comunidad. Heródoto y Pericles, sus grandes amigos, así como lón de Quíos y Jerónimo de Rodas, coinciden al afirmar que Sófocles era un hombre muy preocupado por los asuntos humanos, «un hombre festivo y noble». De ahí que, en sus dramas, el ser humano ocupa un lugar central. Aunque enfrentado a un destino inevitable, el hombre termina sometido a su propia desgracia. Esto le da un sentido pesimista a toda la obra sofocleana, pero al mismo tiempo constituye la esencia de lo trágico al lado de Esquilo y Eurípides. Sófocles sobresale por la perfección formal de sus obras y por la incorporación de algunos elementos a la estructura teatral heredada de Esquilo: introduce un tercer actor en escena que le sirve para complicar la trama, dinamizar los diálogos, otorgarle complejidad sicológica al héroe. A partir de Sófocles el destino de los individuos pasará a ser una, de las grandes preocupaciones de la tragedia griega. Otro de los grandes aportes de Sófocles a la tragedia se encuentra en el tratamiento literario del coro. Según sus historiadores, escribió cerca de 123 obras. De acuerdo con El Suda (antigua enciclopedia bizantina del siglo X), solo siete de sus obras completas persisten en la actualidad: Edipo reyEdipo en Colono y Antígona Áyax, Las Traquinias, Electra y Filoctetes. 

 

De entre esas siete obras realizaré un análisis sobre Edipo rey, obra que apareció en escena por primera vez en el siglo V a. de C. Sus espectadores debieron sentir cierta familiaridad con la obra, ya que su argumento proviene de lo más profundo de la Mitología Griega, que a través de cuentos orales iba circulando de generación en generación hasta que Sófocles decidió ponerlo por escrito. 

 

La división de personajes en esta obra se encuentra de la siguiente manera: 

 

  • Personajes Principales: 

Edipo (hijo de Layo y Yocasta, rey y reina de Tebas respectivamente), Tiresias (vidente tebano). 

  • Personajes Secundarios: 

Yocasta (madre y luego esposa de Edipo, rey de Tebas), Creonte (hermano de Yocasta) mensajero, Layo (padre de Edipo). 

  • Personajes Terciarios: 

Criado, sacerdote, sirviente y el corifeo. 

 

En esta obra al igual que muchas obras literarias utiliza recursos literarios como las figuras retóricas, las cuales ayudan a aumentar la intención y el significado de los diálogos que los personajes realizan, como, por ejemplo: 

  • Hipérbaton:                                         

 "Edipo, el que nada ve, yo fui el que atajó a la esfinge". 

  • Aliteración:  

Eres ciego de oídos y de mente y de ojos”. 

  • Ironía: 

Tiresias: Me hechas en cara mi obstinación, sin darte cuenta de que la tuya es mayor, y me reprendes.”  
Edipo: “Injuria cuanto quieras, que tus insultos serán los que más gloria me den”  
Yocasta: “Pues gran descanso es la muerte de tu padre”  

  • Hipérbole:  

Edipo: Pues en verdad que nada callaré, tal es mi rabia, de cuanto conjuro. Has de saber que me parece que tú eres el instigador de este crimen y el autor del homicidio, aunque no lo hayas perpetrado con tu mano. Y si no estuvieras ciego, afirmaría que tu solo has cometido el asesinato.”  

  • Símil: 

“Edipo: ¡Oh riqueza o realeza y arte de gobernar, el más difícil de todos es la ciencia de la adivinación, superior a todas las demás ciencias en esta vida agitada por la envidia!¡Cuánto odio y éxtasis en los demás, por un imperio de la ciudad de fiel Creonte, amigo desde el principio, conspira en secreto contra mí, desea suplantarme, sobornando a este, mágico embustero y asunto charlatán, que solo ve donde hallar lucro, siendo un mentecato en su arte!”  

 

No pretendo hacer un extenso análisis literario de la obra, el tema de interés aquí es la anagnórisis que se desarrolla en Edipo Rey, pero ¿qué es una anagnórisis?, de acuerdo con su raíz etimológica, la anagnórisis se asocia a un acto de reconocimiento. Se trata de un recurso de la retórica que lleva a un personaje a descubrir y reconocer su identidad o la identidad de un tercero, un suceso que modifica su conducta posterior. La anagnórisis también se vincula a lo que ocurre cuando dos personajes se encuentran después de mucho tiempo (cfr. Aristóteles, 1964).  (Quintana, 2019:8) 

¿De qué manera se presenta en la obra? 

 

El desenlace de la obra se da cuando Edipo se entrega a su destino, esto como consecuencia del descubrimiento sobre su verdadera identidad (desarrollándose en este momento la anagnórisis). Hay que recordar que al comienzo de la obra el oráculo de Delfos le dice a Layo que tendrá un hijo, quien terminará asesinándolo y casándose con su madre, Yocasta, él aterrado al nacer su hijo le perforó los tobillos y le ordenó a un sirviente abandonar al niño en las montañas, con la certeza de que ahí el niño moriría, sin embargo el criado dejó al niño con un pastor quien terminó llevándolo a las tierras de Corinto junto a los reyes Pólibo y Méropequienes lo adoptan como su hijo y lo nombran Edipo “el de los pies hinchados”. Pero Edipo al llegar a la adolescencia y llevado por los rumores sobre su origen decide consultar al oráculo quien le informa los planes del destino para él, dado que Edipo cree que va a matar a Pólibo y casarse con Merópe huye de Corinto. Es aquí cuando se cumple la primera parte de su destino: matar a su padre. Él comete este crimen cuando sin saberlo se dirige a Tebas y se encuentra con un coche y un grupo de hombres (entre ellos se hallaba Layo) y pensando que lo querían asaltar los asesinó a todos. Dado que la ciudad estaba custodiada por la Esfinge Edipo tuvo que resolver un acertijo para poder entrar a Tebas y tuvo éxito librando al pueblo Tebano de esa maldición, ya que consideraban al rey muerto los tebanos le agradecieron a Edipo convirtiéndolo en el nuevo rey y dándole a Yocasta como esposa, cabe resaltar que engendraron cuatro hijos: Eteocles. Polinice, Antígona e Irene. 

 

Otra parte de la profecía cumplida. 

El camino del “reconocimiento” comienza tras la promesa de Edipo por encontrar al asesino de Layo, deber enviado por Apolo, es aquí cuando el Corifeo empieza a darle información sobre el lugar donde se cometió el asesinato, luego llega Tiresias a la escena y a pesar de resistirse a contestar las preguntas de Edipo termina confesando que es él a quien tanto está investigando, él es el asesino de Layo. 

Tiresias. - Todos han enloquecido. Yo nunca regular en mis desgracias, por no decir las tuyas. 

Edipo. - ¿Qué dices? ¿Sabiéndolo no hablarás, sino qué piensas traicionarnos aún a costa de la ciudad? 

Tiresias. - No quiero afligirme a mí mismo ni quiero causarte dolor. ¿Por qué me interrogas en vano? No te enterarás por mí. 

Tiresias. -  Ya lo he hecho. Llego la verdad en mí y esa es mi fuerza. 

Edipo. - ¿Quién te ha enseñado? Pues, desde luego, de tu arte no procede. 

Tiresias. - De ti, porque me forzaste a hablar en contra de mi voluntad. 

Edipo. - ¿Qué palabras? Dilo, de nuevo, para enterarme mejor. 

Tiresias. - ¿No me entendiste? ¿O es que tratas de que hable? 

Edipo. - No te entendí como para decir que me es comprensible. Dilo de nuevo. 

Tiresias. -Digo que tú eres el asesino del hombre acerca del cual están investigando. 

Edipo. - No dirás impunemente dos veces esa infamia. 

A pesar de lo dicho Edipo sigue sin convencerse, y continúa preguntando sobre lo ocurrido antes del asesinato, la incertidumbre se apodera de él aún más al conocer las características físicas de Layo y como estas coincidían con uno de los asaltantes que asesinó, pero es el momento en el que se entera de la muerte de Pólibo cuando el temor se hace presente, pensando de nuevo en Mérope y lo que el destino de los dioses tenían para él. Es el mensajero quien le aconseja a Edipo no temer por el supuesto cumplimiento de la profecía pues le confiesa que Pólibo no es su padre y por consecuencia la profecía no tiene nada que ver con ello. 

Edipo. - Explícame, ¿en virtud de qué me llamó hijo? 

Mensajero. - Te recibió, sabedlo bien, como un regalo de mis manos. 

Edipo. - Y ¿recibiéndome así de otras manos, logró amarme tanto y de tan buen agrado? 

Mensajero. -  Su falta entonces de hijos lo persuadió del todo. 

Edipo. -  Y tú ¿me habías comprado o hallado por casualidad, cuando me entregaste él? 

Luego de difundir esta verdad, el mensajero continúa respondiendo las preguntas de Edipo sobre su origen. 

Edipo. -  Y tú ¿me habías comprado o hallado por casualidad, cuando me entregaste él? 

Mensajero. -  Te encontré en los desfiladeros selvosos de los valles del Citerón. 

Edipo. - ¿Y qué hacías tú en esos lugares? 

Mensajero. - Apacentaba pequeños rebaños montaraces. 

Edipo. - ¿Eras un pastor, un hombre nómada a sueldo? 

Mensajero. -  Y también tu salvador, mi hijo, en aquel momento. 

Edipo. - ¿Y de qué mal sufría cuando me tomaste en tus manos? 

Mensajero. - Las articulaciones de tus tobillos te lo pueden atestiguar. 

Edipo. -  Sería imposible que con tales indicios lo dejara de descubrir mi origen 

Yocasta. - ¡No, por todos los dioses! Si en algo te importa tu propia vida no investigues nada de esto suficiente con que yo esté tan angustiada. 

Yocasta. - ¡Oh desdichado! ¡Ojalá nunca llegues a saber quién eres! 

Este diálogo es sumamente importante dado que la anagnórisis no solo se presenta en Edipo, sino que en Yocasta también, ella conocía la profecía a la perfección y el estado en el que su hijo se encontraba cuando lo alejaron de ella, aquí reconoce que ella es su madre. Cuando el antiguo servidor de Layo llega con Edipo, con sus palabras termina por revelarse su verdad. 

Edipo. - ¿Le diste el niño por el que este te pregunta? 

Servidor. - Sí, lo hice y ¡ojalá hubiera muerto yo en ese día! 

Edipo. -  A esto llegarás, si no me dices lo que corresponde. 

Servidor. -  Mucho más moriré si hablo. 

Edipo. - ¿De dónde lo tomaste? ¿Era tuyo o de algún otro? 

Servidor. - No era mío lo recibiré uno. 

Edipo. - ¿De cuál de estos tebanos y de qué casa? 

Servidor. - ¡Por los dioses, no me preguntes más, mi señor! 

Servidor. - Pues bien, era un hijo de la Casa del Lago. 

 

Edipo. - ¿Un esclavo? ¿O uno que pertenece a su estirpe? 

Servidor. -Decían que era tenido por hijo de aquel. Pero la que está ahí dentro, tu mujer, es la que podría decir si ello fue así. 

Edipo. - ¿Ella te lo entrego? 

Servidor. - Sí, en efecto, rey. 

Edipo. - ¿Para qué? 

Servidor. -Para que le matará. 

Edipo. - ¿Habiéndolo engendrado ella, que desgraciada? 

Servidor. -Por miedo a fatales oráculos. 

Edipo. - ¿Cuáles? 

Servidor. - Se dijo que él mataría a su padre. 

 Lo cual lo lleva a alcanzar su final y el final de esta tragedia. En primer lugar, Yocasta no logra superar la realidad de su incesto y decide quitarse la vida, mientras que Edipo consciente sobre el peso de la verdad, junto a lo que su origen representa (sus actos cometidos) desdichado y sabiendo sobre la muerte de Yocasta se saca los ojos. 

Edipo. - ¡Ay, ay! Todo se cumple sin duda ¡Oh luz del día, esta es la última vez que deseo verte! ¡Yo que resultado nacido de los que no merecían, teniendo trato con los que no podía y habiendo dado muerte a quien no debía! 

   

 

El diálogo de las brujas en Macbeth 

Llego ahora a la segunda parte de este ensayo, donde abordaré unos cuantos diálogos y lo que significan de una de las obras icónicas de Shakespeare, considerado el mejor dramaturgo de todos los tiempos: Macbeth. 

William Shakespeare 

Shakespeare (Stratford on Avon, Reino Unido, 1564 - id., 1616) fue un dramaturgo y poeta inglés. Su obra se caracteriza por el dominio de la estructura escénica y del lenguaje literario, sea en prosa o poesía, es un compendio de los sentimientos, el dolor y las ambiciones del alma humana, donde destaca la fantasía y el sentido poético de sus comedias, el detalle realista y el tratamiento de los personajes en sus grandes tragedias. De entre sus títulos destacan HamletRomeo y JulietaOteloEl rey LearEl sueño de una noche de veranoAntonio y CleopatraJulio César y La tempestad. 

 

De entre sus diversas obras realizaré un análisis de Macbeth, obra perteneciente al género dramático, dividida en cinco actos, escrita en 1606 aproximadamente, tragedia ambientada en Escocia en el siglo XIII que aborda la inevitable mutación de la personalidad del hombre ante el suculento plato de la ambición y el poder. Se trata de una de las más populares obras del dramaturgo inglés. En su escritura, Shakespeare se inspiró en la vida del monarca Mabeth de Escocia, cuyo ajetreado reinado se prolongó de 1040 a 1057 (Círculo de Bellas Artes de Madrid, 2015).  

Los personajes de esta obra son: 

Duncan (rey de Escocia), Malcom y Donalbain (hijos de Duncan), Macbeth y Banquo (generales del ejército escocés), Macduff,  Lennox, Ross, Mentheth, Angus, Cathness (nobles), Fleance (hijo de Banquo), Siward (Conde de Northumberland), el joven SiwardSeyton (oficial al servicio de Macbeth), niño, sargento, médico inglés, médico escocés, portero, anciano, Lady Macbeth, Lady Macduff, una dama de compañía de lady Macbeth, tres brujas y el espectro de Bancuo. Durante la obra aparecen otros personajes como: caballeros, oficiales, soldados, asesinos, servidores y mensajeros. 

 

El tema de interés aquí son los diálogos que las brujas tienen con Macbeth durante la tercera escena del primer acto, los cuales son los siguientes: 

MACBETH: Hablad si sabéis. ¿Quiénes sois? 

BRUJA 1: ¡Salud a ti, Macbeth, Barón de Glamis! 

BRUJA 2: ¡Salud a ti, Macbeth, Barón de Cawdor! 

BRUJA 3: ¡Salud a ti, Macbeth, que serás rey! 

¿Qué significan estas palabras en la obra? 

 

En este simple saludo se esconde la esencia de la trama, pues cuando Macbeth se encuentra con las brujas, acaba de convertirse en señor de Glamis. Pocos minutos después de este encuentro, un emisario comunica a Macbeth que el señor de Cawdor va a ser ajusticiado y que él hereda su título (Duncan es quien se lo otorga). Es importante mencionar que Macbeth se desconcierta ante la profecía que las brujas le hicieron, pero se asusta con la que le dirigen a Banquo. 

BRUJA 1. ¡Salud! 

BRUJA 2. ¡Salud! 

BRUJA 3. ¡Salud! 

BRUJA I. Menos que Macbeth, pero más grande. 

BRUJA 2. Menos feliz, y mucho más feliz. 

BRUJA 3. Engendrarás reyes, mas no lo serás; así que, ¡salud, Macbeth y Banquo! 

BRUJA I. ¡Banquo y Macbeth, salud! 

Algo interesante sobre las brujas es que en la primera escena de la obra se observan los equívocos del tiempo, la engañosa separación-fusión entre el tiempo de las brujas (sobrenatural) y el tiempo humano. El de las brujas se rige por otras leyes, se inscribe en otros contextos que, desde luego, Macbeth ignora. Pero nosotros, público o lectores, tenemos una perspectiva privilegiada: en la segunda escena, Duncan nombra a Macbeth Thane of Cawdor; en términos del discurso/experiencia dramática esto ya es pasado. Así, de hecho, en la tercera escena las brujas le profetizan a Macbeth algo que ya ha ocurrido: Cawdor pertenece, sin que Macbeth lo sepa, a su pasado inmediato, tanto como Glamis se remonta a un pasado más remoto; mientras que “Rey que será algún día” se asoma, apenas, en el incierto horizonte de la irrealidad, de lo que no es: porque lo verdaderamente fatídico es aquel “nothing is but what is not” [“nada es sino lo que no es” I, iii, 139], que concluye, sin concluir nada, el primer gran soliloquio de Macbeth. (Pimentel, 1979) 

 

La otra parte de estos diálogos, siembran la incertidumbre tanto en Macbeth como en el lector y espectador; si Macbeth será rey o no. Esta incertidumbre y comienzo de la ambición guiarán las acciones de Macbeth para que este supuesto “destino” se cumpla, a pesar de que estas acciones simplemente lo llevarán a alcanzar un terrible final. Lady Macbeth es un personaje que juega un papel muy importante en los planes de Macbeth para alcanzar estos augurios, dado que ella lo incita a asesinar a Duncan, no solo diciéndole acerca de su plan, también recurre a la humillación por medio de sus palabras, y  él dispuesto a demostrar que no es un cobarde mata a Duncan, sin embargo, al cabo de este acto él parece asustado y se niega a la otra parte del plan: cubrir con sangre los puñales y a los dos acompañantes de Duncan para inculparlos, y es ella quien termina por hacerlo, la muerte de Duncan y el parentesco de Macbeth con él hacen que se convierta en rey. 

 

Luego de esta serie de asesinatos Banquo es otra de las preocupaciones y obstáculos de Macbeth así que manda a matarlo junto a su hijo para evitar que la otra parte de la profecía “engendrará reyes” se cumpla. Los asesinos solo tienen la mitad de la suerte pues Fleancio logra escapar, aquí Macbeth empieza a desmoronarse y es su nuevo encuentro con las brujas y las apariciones a las que invocan lo que revelará un detalle importante para Macbeth y que propiciará el final de la obra. 

BRUJA 1. No admite órdenes. Otro aún más poderoso viene ahora. 

Truenos. Segunda aparición: niño ensangrentado. 

APARICIÓN. ¡Macbeth, Macbeth, Macbeth! MACBETH ¡Quién tuviera tres oídos para oírte! APARICIÓN Sé cruel, resuelto, audaz. Ríete del poder del hombre: nadie nacido de mujer a Macbeth podrá dañar. 

Tras desaparecer las brujas y Macbeth al repasar las palabras dichas por la aparición su confianza vuelve a él e incluso su actitud aumenta en arrogancia pues nadie sería capaz de dañarlo, no hay hombre que no haya nacido de mujer. Aunque Macbeth no contaba con que Macduff había sido sacado del vientre de su madre, y es él quien termina con su vida. 

Al igual que la obra anterior, en esta obra también están presentes las figuras retoricas, por mencionar algunas: 

  • Oxímoron: 

TODAS. Bello es feo y feo es bello. Flota en bruma y aire espeso 

  • Anáfora: 

“PORTERO. ¡Eso sí que es llamar! Si un hombre fuera portero del infierno se haría pronto viejo dándole vueltas a la llave. (Llaman) ¡Tocan, tocan, tocan! 

 

  • Metáfora:  

“MACBETH. ¿Quién llama? ¿Qué me ocurre que el menor ruido así me sobresalta? ¿Y qué manos son estas? ¡Ay! ¡Me arrancan los ojos! ¿Podría el inmenso océano de Neptuno lavar toda la sangre de mis manos?” 

 

Escena final de Fausto, el calabozo 

 

El tema final de este ensayo será un análisis sobre la escena final de la primera parte de Fausto, una escena llena de símbolos y cambios en los personajes. 

 

Goethe 

 

Johann Wolfgang Von Goethe fue un escritor alemán nacido en 1749 en el seno de una familia patricia burguesa, inicia los estudios de derecho en Leipzig en 1765, interrumpidos por una enfermedad que le obliga a regresar a Frankfurt. Una vez recuperada la salud decide trasladarse a Estrasburgo para proseguir sus estudios, un periodo decisivo, ya que en él se produce un cambio radical en su orientación poética debido a su relación con los círculos literarios y artísticos del Sturm und Drang, germen del primer Romanticismo. En esta etapa también conoce a Herder, figura clave que lo invita a descubrir a Homero, Ossian, Shakespeare y la poesía popular. Fruto de estas influencias, abandonó definitivamente el estilo rococó de sus comienzos y escribió varias obras que iniciaban una nueva poética. Entre sus obras se encuentran Las penas del joven Werther (1774), Prometeo (1774), Las afinidades electivas (1809), Poesía y verdad (1811) y sin duda la obra más conocida Fausto. 

 

Como dice en el título de este último apartado, me centraré en el análisis de la última escena de la primera parte de Fausto, obra publicada en 1790 la cual convirtió a Goethe en uno de los escritores más importantes y estudiados a nivel mundial. Se trata de una alegoría sobre la salvación, compuesta únicamente por diálogos. Es una obra que contiene muchísimos simbolismos, razón por la que es tan compleja, esta obra fue muy innovadora para el teatro, ya que, en la época casi todas las obras se desarrollaban en un espacio, en esta historia Goethe utiliza casi veinte, buscando de esa manera, alternar los diferentes contrastes de los personajes. 

 

Los personajes de esta obra son: Fausto (personaje principal quien hace un pacto con el diablo) Wagner (discípulo de Fausto) Mefistófeles (quien encarna al demonio) Margarita (bella mujer de quien se enamora Fausto) Valentín (hermano de Margarita) Helena (mítica mujer griega) Euforión (hijo de Helena y Fausto). Aunque los personajes que me interesan en este momento son los protagonistas de la última escena: Fausto, Margarita y Mefistófeles. 

 

La escena se desarrolla en un calabozo, lugar en el que Margarita se encuentra dado que está condenada a muerte por haber asesinado a su hijo recién nacido y Fausto decide ir a rescatarla. A través de sus primeras palabras Fausto da a conocer su temor por estar en ese lugar, pero sus intenciones con Margarita lo impulsan a seguir adelante, cuando Fausto abre a puerta del calabozo Margarita, presa del delirio, cree que quien ha llegado es su verdugo junto a su hora para morir. Es aquí cuando comienzan a aparecer los símbolos de la escena. Para empezar, la actitud que toma Margarita pone aún más nervioso a Fausto pues le suplica “Silencio. Vengo a salvarte” mientras intenta quitarle las cadenas sabiendo que los podrían descubrir intentando huir del calabozo. 

 

“Margarita, (arrodillada.) Verdugo, ¿quién te ha dado tanto poder sobre mí? ¡No es más que media noche y vienes ya a buscarme! Apiádate de mí y déjame vivir hasta que rompa el día.  ¿Acaso no es un plazo demasiado corto? ¡Soy aún tan joven para morir! También fui hermosa por mi desdicha. Mi amado estaba cerca de mí y ahora está muy lejos; no queda de mí corona ni una sola de sus flores... No me cojas tan bruscamente; antes bien, trátame con dulzura, ya que ningún mal te he hecho. No seas insensible a mi dolor, puesto que ni siquiera te he visto en mi vida.” 

 

Aquí Margarita cuestiona al verdugo por venir a matarla antes de tiempo, mientras le suplica otorgarle tan solo un poco más de tiempo, a la par de buscar un trato amable. Es aquí donde destacan dos símbolos: 

  • Juventud: Deseo de vivir solo un poco más, tan solo hasta que acabe el día y llegue el amanecer. Aunque la acción de la justicia la llevará a la muerte. 

  • Belleza: Lo que atrajo a Fausto, la nostalgia y el origen de su desdicha. 

Al seguir con sus diálogos se presenta el delirio de Margarita, donde vienen a su mente momentos del pasado. 

“Margarita. Estoy eternamente en tu poder; permíteme dar el pecho a mi hijo; toda esta noche le he estado meciendo en mi seno, y luego me lo han quitado para atormentarme, diciendo ahora que soy yo quien lo ha muerto” 

El recuerdo de su hijo se reactualiza. Quiere darle el pecho y sus manifestaciones inconscientes le permiten, al menos por unos momentos, creer que su pequeño vive todavía. Resulta impresionante la visión de esta madre traumatizada por el dolor inmenso, aferrada a una vida que no le pertenece ya, meciendo en su seno al hijo amado. Pero, de pronto, los términos de la conciencia se imponen y en la semi penumbra de sus reflexiones, sostiene que se lo han quitado y la acusan de haberlo matado: "Y nunca más podré ser feliz", agrega. El crimen cometido no la deja en paz. No posee la claridad de razonamiento suficiente como para compartir su culpa con Fausto; en sus entrañas de madre ella quiere aceptar la angustia de su responsabilidad como si sólo perteneciera a ella.  (Quintana, 2005). Sintiéndose culpable por ver a Margarita en ese estado e inundado por la culpa Fausto se arroja a sus pies, ya no soporta oír a Margarita y le grita desesperado, ella lo escucha, pero no lo reconoce, sin embargo, al levantarse caen las cadenas, ya es libre pero no para irse con Fausto, sino para cumplir con su destino: la muerte. 

A pesar de estar libre Margarita aún intenta reconocer a quien tiene enfrente, aquí se presenta ese falso romanticismo en la escena pues a pesar de que Fausto le propicia un abrazo y delicadas caricias ella lo siente lejano. La protagonista comienza, ya lúcida, a tener recuerdos en su mente y le pregunta a Fausto como es que no está horrorizado teniéndola junto a él pues ha recordado los crímenes que cometió, pero a Fausto no le importa y se lo deja saber “No tiene remedio lo pasado; deja de pensar en ello” y continúa con su idea de llevársela del lugar, pero Margarita ha perdido la esperanza. 

“Margarita. No me atrevo a salir, porque ya nada espero. Además, ¿de qué nos serviría huir, si lograrían al fin darnos alcance? ¡Es tan triste tener que mendigar con la conciencia manchada, arrastrando una existencia miserable en país extranjero! Por otra parte, como te he dicho yo, tampoco lograría fugarme.” 

 

Después de este diálogo Fausto comprende la locura de Margarita mientras le pide que vuelva en sí, ya que ella le pide salvar a su hijo, en ese momento Fausto pretende sacarla por la fuerza, pero ella se continúa resistiendo, de nuevo aparece otro símbolo; la corona hecha trizas, Margarita sabe que la justicia en forma de muerte la alcanzará, justamente en el día que debiese ser su boda. Esta escena finaliza con la muerte de Margarita, la cual se da tras la llegada de Mefistófeles donde ella lo mira horrorizada y le pide que salga de ahí pues es una criatura que pertenece al infierno y no a la “santa mansión” como ella la llama, además de que no permitirá que la arrastre al infierno, ella pide ir al cielo, pide a los ángeles salvarla. 

Es así que Margarita muere ya estando juzgada en palabras de Mefistófeles y salvada de Fausto, lamentablemente Margarita fue una víctima de Fausto, él le mintió conquistándola con una falsa apariencia y la llevo a la desgracia, por lo menos tras su muerte se liberó de su maldad, ambición, y falso amor. 

 

Por último, solo me queda agregar estas figuras literarias que también están presentes en los diálogos de los personajes 

  • Anáfora: 

Mefistófeles. Adelante, adelante.” 

  • Metáfora: 

“Fausto. Siento que se apodera de mí un estremecimiento inesperado, al sólo aspecto de todas las calamidades humanas. Aquí es donde ella se halla, sin que nos separe ya más que esa pared húmeda. ¡Y no consistió su crimen más que en una grata ilusión! ¡Temes volver a verla! Pero entra, porque en tu irresolución transcurre el tiempo que la separa aún del cadalso.” 

Conclusiones 

Estas obras tienen elementos que las hacen especiales y les otorgan un profundo significado, cada una de manera distinta, claro está. Primeramente, Edipo Rey me parece una obra que nos enseña como lectores lo poderoso que es el destino y graciosamente como en el caso de Edipo, por más que actúes de manera diferente con tal de desviarte de él, este siempre te alcanzará, ese proceso para alcanzar el reconocimiento y la verdad no solo propició las acciones de los personajes sino también cambios en sus sentimientos y emociones, pasando del miedo al heroísmo, de la incredulidad al dolor y de la felicidad a la tristeza. Sobre Macbeth, ¿Qué puedo decir ahora?, las brujas tuvieron razón aunque Shakespeare nos adelantó toda la trama con esas profecías, al leerlas se pudieron tomar como verdaderas o falsas, eso es verdad, pero dado que al final las brujas tuvieron razón tanto para Macbeth como Banquo si puedo verificar ese adelanto, ese saludo sirvió de motor para que las acciones desencadenaran la trama y la llevaran a su conclusión, creando horror, locura y unión a la vez, horror por los asesinatos de Duncan, Banquo e incluso el del propio Macbeth, toda esa sangre derramada, sangre que llevo a la locura, la locura de Lady Macbeth y la unión que se dio a través de Macduff y Malcom, todo motivado por el asesinato de Banquo. Para terminar con Fausto y la escena del calabozo donde se sufre la pérdida de su protagonista y se termina odiando a Fausto debido a que él fue el causante de las desgracias de Margarita y el responsable de su final. 

De manera personal debo decir que me gustaron las tres obras analizadas, pues son de esas obras que te permiten aprender y sentir, ofreciendo distintas lecciones, una de ellas, como lo mencioné hace unas líneas, es el poder del destino otra es no ser ambicioso ni codicioso y tampoco egoísta 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuentes de consulta 

Edipo Rey  

Bibliográficas 

  • Quintana, L. (2019). Las trampas de la retórica. Ciudad de México: Trajín. 

  • Sófocles (2005) Edipo Rey, Electra. Colombia: Cangrejo Editores. 

Electrónicas  

Macbeth  

Electrónicas  

Fausto 

Electrónicas 

 

 

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