IFIGENIA,
LA SALVADORA DE
HOMBRES
Análisis de Ifigenia en Tauris,
de Wolfgang Von Goethe
Por: Karla
Daniela Agustín Nicanor
Johann
Wolfgang von Goethe fue
un poeta, dramaturgo, novelista, ensayista y científico alemán. Nació en
Fráncfort del Meno el 28 de marzo de 1749, y halló la muerte en su misma
patria, específicamente en Weimar el 22 de marzo de 1832.
Además del
mérito que se le puede atribuir por haberse
desarrollado en múltiples disciplinas, se le ha de recordar como una de las
figuras más importantes del Romanticismo alemán, movimiento que se ubica a
finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Su
presencia en la literatura alemana puede compararse a lo icónico que es Dante
para Italia como representante de la cultura de la Alta Edad Media o
Shakespeare en la
literatura inglesa por ser la
figura más importante del teatro Isabelino.
Goethe no se
limitó a un solo género, sino que a
lo largo de su vida abarcó la lírica, novela, drama, ensayo y los estudios
científicos. Su obra más importante es Fausto, la
cual se divide en dos partes, la primera
data de 1808 y la segunda de 1832. En ésta obra resulta muy
interesante el contraste que presenta el personaje con
relación a mitos precedentes, puesto que el Fausto de Goethe no establece un
contrato con el diablo, sino un tipo de apuesta, asegurándole a Mefistófeles
que no logrará hacerle ver algo satisfactorio en la vida humana,
pero de ser así, él renunciará a su propia vida. De esta
forma “Fausto aparece ahora como una figura singularmente moderna, corriendo a
través de satisfacciones, pero condenado por su propia elección a descartarlas
todas” (Boyle,
2021). En Fausto también
es posible observar cuestiones filosóficas desarrolladas por Goethe, haciendo, por
ejemplo, que
Mefistófeles encarne al
nihilismo, mientras que Fausto es la máxima expresión del escepticismo humano.
Otras de
sus célebres obras son: Las desventuras del
joven Werther (1774), Prometeo (1774), Epigramas
Venecianos (1790), Las
afinidades electivas (1809) y Poesía
y verdad (1811).
En el presente
escrito se tomará Ifigenia en Tauris como
objeto de análisis. Para ello,
primero mencionaré datos relevantes acerca de la obra, para posteriormente
centrarme en las
actitudes y acciones de los personajes, que al
final están
representando la ideología del dramaturgo alemán.
Ifigenia en Tauris, también
llamada Ifigenia en Táuride se
estrenó en Weimar el 6 de abril de 1779. Sin embargo, ésta sólo sería la primera versión, ya que como era de
esperarse, Goethe buscaba la perfección en ella. Por lo
anterior, en los siguientes años realizó cambios en la obra en cuanto al
lenguaje y la forma, dando lugar a una prosa rítmica con forma versificada.
Pero el trabajo continuó, por lo que finalmente
“la génesis de Iphigenie aut Tauris ocupa
prácticamente ocho años, desde la primera puesta en escena en 1779, hasta que,
desde Roma, el seis de enero de 1897, Goethe escribe que por fin la ha acabado”
(Siguan,
2020: 160)
En cuanto a su
estructura, la obra se divide en cinco actos. El acto primero se subdivide en
cuatro escenas, el segundo únicamente cuenta con una escena, el tercero
consiste en tres escenas, el cuatro se compone de cinco, mientras que el sexto
y último actos están conformados por seis escenas.
Ahora bien,
centrando la atención en los personajes que llevan a cabo la acción dramática,
se encuentran: Ifigenia (sacerdotisa de Diana e hija de Clitemnestra y
Agamenón), Orestes (hijo de Clitemnestra y Agamenón, hermano de Ifigenia), Pílades (amigo
íntimo de Orestes), Thoas (rey de
los táuridas) y Arkas (emisario
de Thoas).
En Ifigenia
en Tauris, Goethe
muestra precisamente la
estancia de Ifigenia en Tauris,
fungiendo como sacerdotisa de Diana (en griego conocida como Artemisa), es
decir, aquella encargada de dirigir los sacrificios a la divinidad. Los táuridas se
gobernaban por una rígida ley que consistía en sacrificar a todo extranjero que
pisara sus tierras, sin embargo, desde que Thoas entró
en contacto con el
carácter humano de Ifigenia, de alguna forma suprimió dicha ley, pero la
irracionalidad volvió a él después de que Ifigenia rechazase su
propuesta amorosa.
Para entender
la razón por la que Ifigenia se encuentra entre los táuridas basta
con recordar aquel sacrificio efectuado por Agamenón a Diana durante la guerra
de Troya para lograr que los barcos zarpasen. Pero Ifigenia no muere, sino que
es rescatada por Diana y llevada al país de los táuridas.
Sin embargo, esto es
algo sobre lo que nadie tendrá
conocimiento, convirtiéndose en uno de los pretextos usados por Clitemnestra
para llevar a cabo el asesinato de Agamenón, el
cual es relatado en Agamenón de
Esquilo, lo que
posteriormente causará la muerte de Clitemnestra a manos de su propio hijo
Orestes, quien después es perseguido por las furias, llegando a refugiarse con
Apolo que le promete salvación si efectúa el rescate de la hermana que se halla
en Tauris, lo que
conduce a Orestes a pensar que se trata de Artemisa, pero al final tomará
consciencia de que se trataba de
la misma Ifigenia.
Por lo
anterior es que Orestes acompañado de Pílades llega
a Tauris,
produciéndose el encuentro
seguido de la anagnórisis entre
ambos hermanos, lo posterior corresponde al desarrollo de la estrategia por
medio de la cual, Ifigenia,
Orestes y Pílades podrán
volver a su patria.
Si bien esta obra
incluye pocos personajes, la presencia de cada uno de ellos resultará fundamental
en la trama, permitiendo a Goethe plasmar distintos e importantes ideales y pensamientos
contemporáneos a él. Así,
para manifestar dichos ideales, el autor parte de un argumento anteriormente
tratado por los tres grandes trágicos griegos, pero desarrolla su obra a manera
de reelaboración, de tal forma que en ella se vean representadas las ideas
ilustradas.
Uno de los puntos
en los que más difiere
Goethe de los trágicos griegos es en aquel que se refiere a la libertad que
tiene el hombre sobre sus propias acciones. Esquilo
en La Orestíada, deja
ver que el destino del ser humano se encuentra dirigido por los dioses, y que
no hay cosa alguna que el hombre pueda hacer para modificar esa condición. Así,
la muerte de Agamenón, por ejemplo, era inevitable dado que éste se encontraba
bañado por las aguas del pecado, y debía pagar por los crímenes cometidos por
su padre Atreo. Pero ello no terminaba ahí, sino que la
descendencia de Agamenón también estaría destinada
a la tragedia.
Goethe,
rigiéndose por las ideas ilustradas, le da un
enfoque distinto a lo anterior. Así, ya no son los dioses quienes poseen el
absoluto control sobre el destino del hombre, sino que “será
el ser como sujeto individual y libre quien se haga cargo de las consecuencias
derivadas de sus propias acciones” (Aguirre,
2011: 2)
El gran
contraste acerca de la idea que se tiene en relación
con quién es la fuerza conductora de la vida humana puede evidenciarse en
un fragmento del diálogo entre Orestes y Pílades.
Orestes se ve envuelto en una actitud de pesimismo, de tragedia, está dispuesto
a aceptar su muerte como resultado de un castigo por parte de los dioses, y
él, como
descendiente de Tántalo, ha de
recorrer el mismo
camino que sus
antepasados, pues para él, la culpa es legada. Sin embargo, esto no ocurre de
la misma manera para Pílades, él confía
en las palabras de Apolo, espera la salvación, por ello se
mantiene atento a cualquier palabra que los dioses pudiesen dirigirle, pero lo
más importante, Pílades rechaza
la idea de que el pecado sea transmitido a través de las generaciones, lo
expresa diciendo: “Los dioses no
vengan el crimen de los padres en el hijo; cada cual, bueno
o malo, se lleva consigo su paga con sus acciones. Se hereda la bendición
de los mayores, no su maldición” (Goethe,
ed. electrónica)
Además de
Orestes, aquella libertad del ser también puede ser vista en la figura tanto de
Thoas como de Arkas, uno es rey,
otro es un emisario,
pero ambos son habitantes de Tauris, una tierra en donde el sacrificio de los
extranjeros es requerido por los dioses, o
al menos, esa es la creencia que se mantiene. Pero derivado de la convivencia
que tiene Thoas con Ifigenia, él toma conciencia sobre
dicha situación, por vez primera cuestiona esto, y decide alejarse de aquellas
creencias que ahora llegan a parecerle incluso absurdas. De esta manera,
él mismo se ve como un ser libre, cuya vida ya
no está regida por
los dioses.
Ahora bien,
¿qué decir de Ifigenia? Es ella el
hilo conductor que evita un posible final trágico. Su figura representa bondad,
humanidad, racionalidad, es ella quien trasmite a los demás aquella idea de que
si bien existen fuerzas que se encuentran sobre el hombre, es decir, las
deidades, su existencia no priva al individuo de libertad.
Para entender
lo anterior, debemos recordar que es
gracias a Ifigenia que Thoas se
aleja de aquellos actos bárbaros que incluyen sacrificios y muerte. Ifigenia
realmente produjo una transformación en la forma de pensar y sentir del rey de
los táuridas, él
acepta que la bella dama se convirtió en un tipo de bálsamo para su atormentada
alma al
decir:
¿Quién ha serenado el
turbado ánimo del
rey? ¿Quién ha dejado en suspenso, de año en año, con suave persuasión,
la vieja usanza cruel de que todo extranjero pierda la vida, con sangre,
en el altar de Diana, y quién ha hecho tantas veces volver de una muerte
segura hacia la patria, a los que ya estaban presos? (Goethe,
ed. electrónica)
Debe
considerarse que Thoas al ser
el gobernante de Tauris, únicamente
cumple los
mandatos que, según
la creencia, provienen de
los dioses, buscando mantener la paz, no obstante, quizá
saberse responsable de muchas muertes injustas le hiciese sentir culpable,
afligido, pero Ifigenia le muestra que puede decidir por sí mismo, mostrándole
una luz esperanzadora. Sin embargo, quiero destacar que la bondad de la hija de
Agamenón no envuelve únicamente a Thoas,
sino que como bien se mencionó en el fragmento citado anteriormente, Ifigenia
ha sido el instrumento por medio del cual muchos hombres han regresado sanos y
salvos a su patria, parece que desde ella habita en Tauris,
todo es más pacífico.
Por otra
parte, Orestes es otro de los personajes que a través de Ifigenia logra calmar
sus tormentos. En dicho personaje puede observarse algo muy curioso, pues
Orestes parece ser llevado a un estado de locura, resultado de la culpa que
experimenta por ser autor de un matricidio y, por
ello, se cree absolutamente merecedor de la muerte, incluso se les podría ver a
las Erinias ya no como criaturas reales y vengadoras de los crímenes tal como
lo plantea Esquilo, sino como símbolos de los remordimientos de Orestes que le
persiguen desesperadamente. Sin embargo, también es Ifigenia quien logra
sosegar el espíritu de su hermano, consiguiendo que en
un último momento, ambos
puedan emprender con tranquilidad el viaje hacia su patria.
Derivado de
todo lo anterior, se puede reafirmar que Ifigenia es la encarnación de la
virtud, de la razón, de la valentía, dispuesta a defender sus ideas con nada
más que sus palabras. Así, en el desarrollo de un diálogo que mantiene con Thoas,
defiende el valor de las palabras de una mujer sobre el que pudiesen tener las
armas y la violencia, además de que destaca su condición de sujeto libre:
Yo he nacido
tan libre como un hombre. Si tuvieras delante al hijo de Agamenón, y
exigieras lo que no se debe, él tendría una espada y un brazo para defender
la razón
de su pecho. Yo no tengo más que palabras, y el hombre noble
debe prestar atención a la palabra de las mujeres. (Goethe,
ed. electrónica)
Por último, me
gustaría mencionar que Ifigenia nunca cede ante la irracionalidad ni sucumbe ante
la violencia o la mentira, ni siquiera es capaz de seguir con el engaño tramado
ante Thoas, sino que
termina confesando la verdad e incluso logra que el rey los deje marchar de
buen modo, convirtiéndose también en representación de la diplomacia.
Conclusiones
En el análisis
llevado a cabo se ha focalizado la atención sobre la condición del ser humano
como sujeto individual, como aquel que construye su propio destino a través de
las acciones y decisiones tomadas, también se ha destacado el carácter bondadoso
de Ifigenia, su figura como salvadora de hombres y como representación de la
racionalidad. De esta manera, Ifigenia
en Tauris puede
ser vista como
aquel contenedor en que Goethe vertió algunos de sus pensamientos ilustrados.
Referencias
bibliográficas:
Aguirre, G.
(2011). A LA ESTELA DE LOS CLÁSICOS: UN PASO MÁS HACIA EL IDEAL DE HUMANIDAD EN
LA IFIGENIA DE
GOETHE. Cartaphilus,
(9), 1-7. https://revistas.um.es/cartaphilus/article/view/142461/127771
Boyle, N. (18
de marzo de 2021). Johann
Wolfgang von Goethe. Britannica. https://www.britannica.com/biography/Johann-Wolfgang-von-Goethe
Quintana, L.
(30 de enero de 2021). Goethe
IFIGENIA EN TAURIS. La
tragedia: perspectivas y análisis. https://tragedia2016.blogspot.com/search?q=ifigenia
Siguan,
M. (2020).
JW von Goethe: Ifigènia a Tàurida. Traducció de
Joan Maragall. A cura de Francesco Ardolino. Pròleg de
Lluís Quintana. Barcelona, editorial Comanegra. Institut del Teatre Edicions,
2020, 124 páginas. Anuari de Filologia. Literatures Contemporànies,
(10), 159-163. https://revistes.ub.edu/index.php/AFLC/article/viewFile/33257/32875
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