Una
figura modélica clásica en el Siglo XVII europeo
Patricia
Guerrero B.
Universidad Católica
de Valparaíso
Chile
RESUMEN
El mito de Andrómaca
es esencial en la Antigüedad Clásica. Es Homero quien primero hace una visión
literaria de este mito. En su perspectiva, Homero nos muestra a Andrómaca como
paradigma del amor maternal y como símbolo de las ideas de su clase social.
Siglos más tarde, Jean Racine reinterpreta la figura de Andrómaca en el contexto
de su tiempo, es decir, del siglo XVII. Este ensayo, pretende seguir el camino
que hace Racine frente al mito de Andrómaca, y cómo el autor francés reinventa
este clásico mito de la literatura del mundo clásico.
ABSTRACT
The mith of Andrómaca
is essential in classical antiquity. It is Homer who first creates a literary
vision of this myth. In his perspective, Homer depicys Andrómaca as a paradigm
of maternal love and conjugal fauthfulness characteristic of her class.
Centuries later Jean Racine re-interprets the calssical mork of Andrómacain the
context of seventeenth century Paris as he confers the mythical figure traits
of his own invention. This essay depicts the way wich the classical work
Andrómaca is interpreted by Racine in the context of XVII th. century Paris. As
is a essencial myth in classical literature and such is reinvented by Racine.
En el primer prefacio
de Andrómaca (1688), Racine se refiere al tercer libro de La Eneida, en el
cual, en unos pocos versos, Eneas relata todo el asunto de la tragedia de
Andrómaca:
"Littoraque
Epiri Legimus, portuque subimus
Chaonio,
et celsam Buthroti ascendimus urbem (...)
Solemnes
tum forte dapes et tristia dona (...)
Libabat
cineri Andromache, Manesque Vocabat
Hectoreum
ad tumulum, viridi quem cespite inamen
Et
geminas causam lacrimas, sacraverat aras (...)
Dejecit
vultum, et damissa voce lacuta est:
¡O
felix una ante alias. Priameia virgo,
Hostilem
ad tumulum, Trojae sub moenibus altis,
Jussa
mori! Quae sortitus non pertuli ullos,
Nec
Victoris heri tetigit captiva cubile!
Nos,
patria incensa, diversa per acquora vectae,
Stirpis
Achilleae fastus juvenemque superbum,
Servitio
enixae, tulimus, qui dende, secutus
Ledaem
Hermionem, Laceda emoniosque hymenaos
Ast
illum, ereptae magno inflammatus amore
Conjugis,
et scelerum Furiis agitatus, Orestes
Excipit
incautum, patriasque abtruncat ad aras."1
Andrómaca de Racine, es una pieza compleja. Su núcleo argumental es mucho más complicado
que el de la obra clásica. Aparecen en escena cuatro personajes principales
activos, que participan al menos en tres intrigas distintas, y en forma
simultánea, ligándose entre ellas.
Encontramos,
primeramente, a tres personajes a quienes martiriza al amor no correspondido,
todo el mundo ama a quien ama a otro. Oretes ama a Hermione, pero ésta sólo
piensa en Pirro, quien a su vez sólo suspira por Andrómaca. La felicidad parece
inaccesible y todos ellos oscilan incesantemente entre su pasión desesperada y
el odio que engendra el despecho, el cual no es sino la máscara del amor.
Así, se verá cómo
Orestes, Hermione y Pirro solo piensan en su amor, siendo capaces de cualquier
cosa a fin de conseguir lo que desean: Orestes traicionará los fines de su
embajada, hasta caer en el regicidio; Hermione olvidará sus continuas
humillaciones, se tragará su orgullo muchas veces, pero terminará siendo la
introductora de un asesinato: Pirro, a su vez, cegado por la pasión, olvidará
de quién es hijo, además olvidará los intereses de su reino, su propia
dignidad, y dará la imagen de una corte donde solo se discuten cuestiones
amorosas.
Sin embargo, el
centro del drama no es ninguno de estos tres personajes, sino la cuarta figura:
la que da título a esta pieza. Se trata de la troyana Andrómaca, mujer en la
que emblemáticamente se manifiestan dos amores irrenunciables: su esposo
muerto, Héctor; y su hijo Astianax, cautivo de Pirro, y cuya muerte exigen los
griegos. Andrómaca ha puesto su felicidad en el recuerdo de su esposo muerto y
en el hijo de ambos. Su amor, manifiesta una dimensión muy diferente al del
torbellino de pasiones que la rodean.
Manifiestamente,
Racine hace surgir del cuarteto Andrómaca-Pirro-Hermine-Orestes a un grupo en
el que el individuo deja de tener valor a título personal, para no existir sino
en función del otro.
La acción de la pieza
se abre con la llegada de la embajada de Orestes a Buthorte, país en el que
reina Pirro, el unigénito de Aquiles. Los acontecimientos de "Andrómaca",
tienen lugar un año después del final de la Guerra de Troya; así pues, Orestes
ha tenido el tiempo suficiente para matar a su madre y a Egisto, hechos que
nadie tiene el mal gusto de recordarle.
La misión que ha
solicitado a los griegos cumplir en su embajada es la de arrancar de los brazos
de Andrómaca al odiado hijo de Héctor, quien algún día podría querer vengar la
destrucción de Troya y la de su familia. Sin embargo, el real deseo de Orestes
es quitarle Hermione a Pirro, a pesar de saber que, desde un punto de vista
amoroso, no existe para ella.
"je
viens voir si l'on peut arracher de ses bras
Cet
enfant dont la vie alarme tant d'Etats
Heureux
si je pouvais, dans l'arduez qui me presse
Au
lieu d'Astyanax, lui ravir ma princesse."2
No bien ha llegado a la
ciudad, Orestes se ha enterado que Pirro permanece indiferente a los encantos
de Hermione, pues ama apasionadamente a la viuda de Héctor, y parece poco
dispuesto a concretar la boda con su princesa espartana.
La pasión de Pirro es
conocida en toda Grecia y surgen protestas airadas, que reclaman por la
protección que el monarca otorga al enemigo de su pueblo, el pequeño infeliz
hijo de Héctor.
"j'entends
de tous côtés qu'on manace Phyrhus
Toute
la Grece éclate en murmures confus
On
se plaint qu' oubliant son sang et sa promesse
Il
éléve en sa cour l'ennemie de la Grece."3
Pero luego de haber
agotado todos los recursos, astucias y tácticas más tradicionales:
convencimiento, despertar de los celos, juegos de indiferencia, ternura, falsa
ruptura, etc., aún no logra nada y lo espera todo.
Andrómaca es lo que
el teatro del Neoclasicismo suele denominar un héroe "raro". Esta
denominación responde a una táctica que se utiliza para manejar la aparición
del héroe, restringir su presencia todo lo que se pueda, no mostrarlo, sino
raras veces, pero utilizando todo el resto del tiempo disponible en hablar de
él o de sus acciones para preparar mejor las escasas escenas en que aparece.
"non
j'en ai pas bien dit tout ce qu'il lui faut dire:
Ma
colére ã ses yeux n'a paru á demi
Elle
ignore ã quel point je suis son ennemie
Retournons
-y: je veux la braver ã sa vue,
Et
donner ã ma haine une libre etendue.
Viens
voir tous ses attraits, Phoenix, humiliés
Allons."4
En general, el héroe
clásico del s. XVII, es bello, joven, valiente, y por supuesto, noble. Además
de esas cualidades, está premunido de un tercer elemento: es irremediablemente
desdichado. De acuerdo a los preceptos aristotélicos, la piedad es uno de los recursos
más plenos para despertar emoción, y Andrómaca sí que la despierta a lo largo
de toda la pieza. Si aparece "rara", lo es como ideal de la tragedia,
como la celeste velada: su aparición en la cuarta escena del primer acto está
preparada por la primera escena del acto, en la cual se expone la compleja
intriga, supeditada a la decisión de la joven viuda. Las escenas dos y tres no
hacen alusión a ella, sino indirectamente. En general, abundan más las escenas
en que aparece Hermione.
Eurípides, en su Andrómaca,
muestra a los protagonistas temerosos por la vida de Moloso, que es el hijo que
ha tenido con Pirro -Astianax, el hijo de Héctor ha sido inmolado de Troya- y
que Hermione se empeña en hacer morir junto a su madre.
En la tragedia de
Racine, no aparece Moloso. Andrómaca no tiene más marido que Héctor, ni más
hijo que Astianax. El autor ha querido hacer aparecer a Andrómaca como la viuda
y madre inconsolable, puesto que la traidición que la transforma en una figura
paradigmática la muestra así.
Si se ha visualizado
a traqvés de la imagen que diseñó Homero, ha sido buscando la emoción e
impresión de los espectadores, sentimiento que seguramente se hubieran diluido
viéndola seguir su vida como si Héctor y Astianax no hubiesen existido. Esta es
la razón más importante de por qué Racine debió prolongar la vida de Astianax.
Así, Andrómaca bajo
sus velos de viuda, se constituye en la imagen acabada de la piedad conyugal,
del acatamiento a la tumba y del amor maternal.
Tradicionalmente,
Andrómaca es definida por su amor y fidelidad a Héctor más que por su rol como
madre. Astianax no es para ella sino la imagen física de su esposo muerto en
sí, no es posible olvidar que el cuidado que debe al hijo ha sido expresamente
ordenado por Héctor. Sin lugar a dudas, esta acotación podría hacer pensar que
el personaje carece de las cualidades más relevantes y apreciadas en una mujer
de su tiempo, el amor por sus hijos; sin embargo, la sumisión a la orden del
marido obedece más bien a la necesidad de poner en relevancia la situación
amorosa. Es, al fin, esa condición de amante la que hace que la tragedia exista
y sea posible, que la muestra admirable por su grandeza de ánimo, puesto que si
en un momento dado ella hubiera amado a otro hombre distinto a Héctor, por
encima de los impulsos del corazón hubiera estado la fidelidad a una promesa y
un pasado que no se puede olvidar.
Racine enfrenta a sus
héroes a situaciones de hondo dramatismo, de gran intensidad y en las cuales el
conflicto interior se objetiviza. Pirro, en la cúspide del poder y la gloria
está desbordado por la personalidad fortísima de esta mujer a la que ha dado su
amor y que lo rechaza, sus sentimientos heridos la hacen odiarla, y para
castigarla le quitará la protección a Astianax. En su "Andrómaca",
Racine no realiza una gran elaboración de los personajes. Los muestra tal como
los poetas antigüos: Homero, Eurípides, Virgilio y Séneca. Lo que sí está claro
es que se ha tomado ciertas libertades. Si se tuviera que mencionar alguna, no
podría obviarse la elaboración de Pirro, al cual suaviza en buena medida su
tradicional ferocidad, notoria sobre todo en "Las Troyanas" de
Séneca:
"...desapruebas
ahora de repente lo que te plugo
antes
¿y crees que es crueldad inmolar al hijo de
Peleo
la hija de Príamo?, con todo, ¡oh padre
parricida,
inmolaste a tu hija a Elena! Lo que
espero
de ti ya lo hiciste, ya a ello estás
acostumbrado."5
Luego, en pos de
convencer a Agamenón de la justicia de su petición -sacrificar a Polixena a
Aquiles- continúa:
"inmolar
vírgenes piensas es un crimen? (...)
ninguna
ley perdona al cautivo o prohibe su
suplicio
(...), al vencedor le es lícito todo
antojo."6
Así tradicionalmente
el carácter que se atribuye a Pirro es su violenta naturaleza, a veces
temperada por el amor.
Para Aristóteles,
Pirro representa un carácter medio -tipo de personaje ideal para la tragedia-.
Aristóteles no quiere que los personajes sean buenos del todo, puesto que el
castigo de un hombre de bien provocaría la indignación, más que la piedad del
espectador.
Tampoco pretende que
los personajes de la tragedia sean totalmente malos, puesto que si así fueran
nadie se compadecería de ellos. De esta manera, el carácter medio significa que
deben tener una actitud mediana; es decir, que sean capaces de tener flaquezas,
que no los hagan detestables, que caigan en desgracia por alguna culpa que los
haga dignos de compasión.
La fuente de
inspiración de este personaje la constituye un héroe arcaico de una época
obscura y feroz de los tiempos más primitivos; de este personaje, Racine solo
ha conservado sus raíces. No se puede pensar, por lo tanto, que Pirro
representa el amor perfecto en el siglo XVII europeo. No podía aceptar
resignarse a la voluntad de la amada, se le verá a lo largo de toda la obra,
obstinado por casarse a toda costa con la cautiva, sin considerar los deseos de
ésta.
Su comportamiento se
mantiene entre la mesura y la brutalidad provocada por el despecho. Sin
embargo, predomina en él una cierta frialdad y mesura. Se le ve más irritado
por la resistencia que por la frustración de su deseo. Al Pirro raciniano se le
verá respetar cierto formalismo de la época.
"D'aujorud'
hui seulement je jouis de ma gloire;
Et
mon coeur, aussi fier que tu l'as vu soumis
Croit
avoir en l'amour vaincu mille ennemis."7
Existe un cierto
encanto en este Pirro. Es innegable que inspira estima y todo lo que la
simpatía puede acordar a un príncipe que sabe mantener su rango y sus
prerrogativas, a pesar de los rasgos propios que del personaje clásico
conserva, y que se hacen manifiestos ante los rechazos de la amada. En sí, el
comportamiento de Pirro no es sólo el de un rey, sino el de un gentleman con lo
que esto implica el dominio de sí -sofrosine- corrección y repugnancia por los
excesos en el lenguaje y en los sentimientos; cuando decide romper con
Hermione, él mismo es el encargado de buscarla y se explica ante ella sin
recurrir a subterfugios.
En una de las partes
más álgidas de la pieza se escuchará decir apasionadamente a Pirro:
"De
combien de remords m'ont-ils rendu la proie!
Je
souffre tous le maux que j'ai fais devant Troie.
Vaincu,
chargé de fers, de regrets consumé.
Brûlé
de plus de feux que ne n'en allumai
Tant
de soins, tant de pleurs, tant d' ardeurs inquiétes...
Hélas!
¿Fus-je jamais si cruel que vous l'êtes?"8
Sin embargo, resulta
indudable que sus palabras parten más de su cabeza que de su corazón. Ninguna
locura hay que temer de él, aunque se haya asignado a sí mismo el rol de
enamorado perdido, continúa siendo el racional, a veces feroz, pero encantador
hijo de Aquiles.
La primera
aproximación que entrega la obra de Pirro es a través de las palabras de la
propia Andrómaca.
"Il suffit, je
veux bien m'en reposer sur lui
je sais quel est
Pyrrus: violent mais sincére
Céphise,
il fera plus qu'il n'a promis de faire."9
Pirro, según sus
propias palabras, es leal como pocos. Si ha traicionado a Hermione es por un
sentimiento que lo sobrepasa, "más me vence este amor, un enlace funesto,
me robó un corazón que ella misma detesta."
Para su desdicha, la
bella Hermione, hija del rey de Esparta y de Helena, le había sido prometida en
el campo de batalla; por otra parte, Andrómaca viuda de Héctor -el mejor de los
hijos de Príamo, rey de Ilión- le había sido asignada junto a su pequeño hijo
Astianax, como botín de guerra por sus innumerables hazañas.
No bien conoció Pirro
a su bella esclava la amó desesperadamente, y permaneció ciego y sordo al amor
que inspira en Hermione...
"le cruel! De
quel oeil il m'a congediée
Sans pitié! Sans
douleur, au moins étudiée
L'ai
je vu se troubler, et me plaindre un moment?"10
Hay, sin lugar a
dudas, de parte de Pirro, uò cruel indiferencia hacia su prometida. Ni deseos
ni celos, sólo hastío y anhelo de que desaparezca como obstáculo insalvable.
Hermione ha
comprometido el lugar que ocupa en el corazón del ingrato y continúa su
lamento:
"En ai-je pu
tirer un seul gémissement
Muet á mes souspirs,
tranquille á mes alarmes,
Semblait-it
seulement qu'il eut part á mes Larmes?"11
Para que un conflicto
sea dramático, es necesario que el héroe enfrente dos problemas inconciliables:
si las dos características emblemáticas de Andrómaca son la fidelidad y el amor
maternal, es justamente en el vértice de estos elementos donde se sitúa el
problema, puesto que si acepta a Pirro para salvar al pequeño Astianax,
traicionará su amor a Héctor, y si por fidelidad al amor de su esposo lo
rechaza, es ella misma quien condena a su hijo.
A menudo, el héroe
enfrenta dos tipos de obstáculos: uno simple y el otro interior. El obstáculo
simple es aquel contra el que se lucha por medios meramente físicos; en el
segundo caso, el héroe razona, pesa las posibilidades que se le presentan y
comprueba que es incapaz de realizar ninguna de las dos, puesto que cada una va
en desmedro de la otra. Ese es su dilema.
Andrómaca busca
salvar la vida de su hijo, pero también busca evitar un matrimonio que le causa
horror. Orestes, Hermione y Pirro, no pueden elegir, porque en ellos mande el
corazón. Andrómaca tampoco, puesto que el pasado ya ha elegido por ella.
Desde el inicio de la
tragedia se ve que Andrómaca no pretende conquistar a un vencedor, sino por el
contrario, escapar de él. No existe en ella deseos de seducción; al perder a
Héctor, ha perdido para siempre el deseo de amar. Aunque se la adivina
consciente de la seducción que provoca y que le parece tan natural, no está
sino a medias sorprendida por el haber flechado a su enemigo. No se siente
orgullosa ni herida por el amor de Pirro, pero le guarda rencor por lo que ella
ha perdido por su causa.
La sexta escena del
acto III, entrega una visión gloriosa, pero mucho más sobrecogedora que la
visión que da Eurípides en su homónima griega de Andrómaca. Ante un ofuscado
Pirro, se yergue imponente su dolor ante su enemigo.
"J'ái
vu mon pére mort nos murs embrasés;
j'ái
vu trancher les jours de ma famille entiére,
et
mon époux sanglant, trainé sur la poussiére,
Son
fils, seul avec moi réservé pour les fers."12
Luego
continúa tratando de apiadarlo recurriendo a su dignidad.
"Jadis
Priamis soumis fut respecté d'Achille
J'
attendais de son fils encor plus de bonté;
Pardonne,
cher Héctor! á ma crédulité.
Je
n'ai pu soupconner ton ennemi d'un crime
Malagré.
Lui-meme enfin je l'ai cru magnánime.
Ah!
S'il était assez pour nous laisser du mains
Au
tambeau qu' á ta cendre ont éleve mes soins,
Et
que, finissant lá sa haine et nos miséres,
Il
ne séparat point des dépouilles si cherés!"13
Se trata ésta de una
acción destinada a poner en evidencia la cruel disyuntiva en que se encuentra
Andrómaca: salvar a Astianax es traicionar su fidelidad a Héctor -sobre todo
por lo que la presencia y el amor de Pirro significan- no salvar a Astianax es
perder nuevamente al esposo y dejar que con él muera el linaje de Príamo.
En la disyuntiva,
recuerda el día en que vio por última vez al esposo amado. De "La
Ilíada" se puede recordar la tierna escena en que con dolor, Héctor
predice los aciagos momentos que aguardan a su amada y a su hijo si él muere en
la batalla. Racine ha rodeado esta escena de una atmósfera aún más amorosa al
situarla en el plano de los recuerdos de Andrómaca.
"Chére
épouse, dit-il en essuyant mes larmes,
J'ignore
quel succés le sort garde á mes armes
Je
te laisse mon fils pour gage de ma foi:
S'il
me perd, je prétends qu'il me retrove en toi
Si
d'un heureux hymen la memoire t'est chere
Montre
au fils á quel point tu cherissaais le pére."14
Toda esta escena
expresa el amor de la pareja Héctor-Andrómaca, y de ambos hacia Astianax,
personaje entendido como proyección de ese amor.
Astianax no puede
morir. Andrómaca no puede traicionar al esposo. A fin de salvar al hijo, y ser
fiel a Héctor, Andrómaca casi traicionará a Pirro, pues finalmente, acepta la
proposición del rey: pretende unirse a su enemigo en los sagrados altares
-uniendo también de esta forma a Pirro con su hijo, con un lazo inmortal que lo
protegerá de por vida- y luego se inmolará. Al decir "sí", está
dispuesta a morir y es ésa su resolución. En esta escena, Racine entrega la
visión que dará lo que debe a su hijo, a Pirro, a Héctor y a ella misma.
Sin embargo, cada
resolución tomada se transforma en una nueva disyuntiva: al elegir el suicidio
permite vivir a Astianax, pero también significa separarse de una parte de
Héctor y, en cierta forma, faltar a la promesa hecha al esposo muerto, al
abandonar al hijo y dejar de ser su custodia. Pero la resolución está tomada
Andrómaca se hace mediadora entre la muerte y la vida; al desaparecer
ella, su hijo comenzará a existir realmente como una persona futura.
La escena III, acto
V, afloja la tensión, creando otra en seguida: se anuncia la muerte del rey,
Pirro ha dejado de existir, no como lo había proyectado Hermione, sino
apuñalado por una turba de griegos furiosos al oír pronunciar las palabras de
Pirro que convertían en reina a Andrómaca.
"Enfin
avec transport prenent son diadéme,
sur
le front d'Andromaque il l'a posé lui-même
je
vous donne, a-t-il dit, ma couronne et ma foi."15
A partir de ese
momento, la tensión declina, preparando todo para el desenlace. Racine, hace
una última y gloriosa pintura de su heroína. Al morir Pirro, se yergue como la
viuda más fiel, que ha ordenado vengarle y hacer la guerra a los asesinos del
rey. Tal vez en "esos griegos asesinos", quiera vengar no solo a
Pirro, sino también a Troya y a su amado Héctor.
El desenlace de la
pieza es sin equívocos: Andrómaca toma expresamente el rol de monarca. Con
Pirro muerto, ella decide vivir para reinar, no como una amante que por fin se
ha librado de un odioso tirano, sino como una verdadera reina que ha heredado
el trono de su marido muerto.
El magnicidio de
Pirro no ha librado a Andrómaca. Al transformarse en su viuda, su figura se ha
agigantado y es ella misma quien se ha hecho libre para decidir y actuar a
partir de ese momento.
Con Andrómaca, Homero
entrega un carácter, pues retrata en la mujer de Héctor a la perfecta ama de
casa, a la amante, madre y fiel esposa. Une en una misma ternura a su hijo y a
su marido. Se la ve habitar el palacio de Príamo, discreta, laboriosa y
distinguida, como corresponde a su rango. Cuando Aquiles hace morir al esposo,
será la viuda más adolorida y triste, pero siempre mesurada, preocupada más del
destino de su hijo que de sí misma.
Eurípides, por su
parte, da una visión de ella aún más dramática: es la princesa viuda, hoy
cautiva y esclava del vástago de su peor enemigo. En una situación desmedrada y
peligrosa, cautiva de Neoptólemo, de quien tiene un niño, lucha con su rival
Hermione por la vida de su hijo y por la protección que ahora le otorga el hijo
de Aquiles. Si bien su tradicional fidelidad conyugal a Héctor parece atenuada,
su amor maternal, no por ello pierde las características que le son propias.
Racine, al escribir
su obra, se inspiró en los acontecimientos que narraba Eurípides en su
tragedia, pero el personaje fue tomado, sin lugar a dudas, directamente de
Homero. La Andrómaca raciniana es más sensible, más interesante que la clásica.
Fiel se la ve dispuesta a morir por salvar la vida de su hijo y no traicionar
la fe que en ella ha puesto Héctor al morir. Así, Andrómaca, más que ninguna
otra, es poseedora de todas las virtudes que le otorga la tradición, para hacer
de ella una figura paradigmática del ideal femenino y mucho más.
Así los
contecimientos y los personajes que rodean a la heroína troyana, pueden variar,
empobrecerse o enriquecerse de acuerdo a las necesidades o al gusto del autor
que las trata, además del tiempo en que se vivía y las costumbres imperantes. Sin
embargo, Andrómaca aparece siempre como el personaje señero, capaz de encarnar
la fidelidad conyugal, el amor maternal y la heroicidad -sin armas- de la
mujer.
NOTAS
1 "Por cuanto a Epiro costa a costa
fuimos/ y, del caonio puerto en tierra entrando/ a la ciudad Butroto nos
subimos (...),/ Aquí Andrómaca el duelo renovaba/ De Héctor y tristes dones
ofrecía./ La alma al hectoreo túmulo llamaba/ El cual de verde césped hecho
había/ Y puesto dos altares en memoria/ De la funesta y lamentable historia (...)/
Con baja voz, rostro en tierra puesto,/ Confusa y encogida responde esto:/ ¡o
sola más que todas fortunada/ Polixena, que de una ya acabaste/ Y, junto a
Troya al hierro agudo dada/ El aquileo sepulcro ensangrentaste/ y no fue sobre
ti la suerte echada/ de cautividad dura te escapaste/ ni del griego señor la
odiosa cama/ amancilló tu clara y casta forma/ Yo sin ventura, Troya ya
encendioda/ por mil mares y tierras me llevaron,/ Del presuntuoso Pirro fui
oprimida/ y a sufrir su soberbia me forzaron/ del cual siendo de Hermione
querido/ de se casar entrambos acordaron/ y fuese a Lacidemonia, aquí dejome/
Orestes, en celoso amor vehemente/ por su robada Hermione inflamado/ y por el
matricidio, horriblemente/ de las estigias Furias instigado,/ Mató en el patrio
altar al imprudente/ Pirro de tal traición muy descuidado." Virgilio.
Virgilii Maronis, edit. Classique, París, 1885. Libro III, pp. 260-262."
2 Racine, Jean. Théatre, Les Classiques du
Monde, París, 1947. [ Links ]
3 Racine, Jean. Ibíd., p. 225.
4 Racine, Jean. Ibíd., p. 247.
5 Séneca. Obras Completas, Aguilar, sin fecha,
p. 951. [ Links ]
6 Séneca. Ibíd., 952.
7 Racine, Jean. Théatre, p. 245.
8 Racine, ibíd., pp. 233-234.
9 Ibíd., p. 264.
10 Ibíd., p. 275.
11 Ibíd., p. 275.
12 Ibíd., p. 258.
13 Ibíd., p. 259.
14 Ibíd., p. 261.
15 Ibíd., p. 279.
REFERENCIAS
Racine, Jean.
Théatre, Les Classiques du Monde, París, 1947.
Séneca. Obras
Completas, Aguilar, sin fecha, p. 951.
Virgilio. Virgilii
Maronis, edit. Classique, París, 1885. Libro III, pp.
260-262 [ Links ]
Av. El Bosque 1290, 5º piso, Sausalito
Viña del Mar - Chile
Tel.: (56) (32) 2274000

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